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lunes, 15 de agosto de 2011

A Willy Chirino de cuando en cuando se le congelan las neuronas.



Willy Chirino: “Los cubanos debemos sentirnos orgullosos de la Nueva Trova”
- El popular cantante Willy Chirino discrepa de Pablo Milanés en asuntos políticos, pero defiende su derecho a actuar en Miami y considera que todos los cubanos debieran sentirse orgullosos por el aporte musical del movimiento de la Nueva Trova.
El cantante Willy Chirino.
“Naturalmente que me interesó y me sigue interesando lo que creó la Nueva Trova”, dijo Chirino en entrevista con CaféFuerte. “Hay una canción que he escuchado hace unos días en el internet y que se llama Cita con Angeles, de Silvio Rodríguez. Hasta [el momento en] que saca al Che Guevara es maravillosa… Pero sí, hay muchas cosas de la Nueva Trova que son espléndidas, me parece que fue un movimiento musical que todavía tiene una fuerza extraordinaria y creo que nosotros, como cubanos debemos sentirnos orgullosos, musicalmente hablando, de un movimiento que llevó el nombre de Cuba por el mundo”.

Chirino, de 64 años, salió al ruedo de la polémica que envuelve la próxima presentación en Miami del famoso cantautor cubano, uno de los fundadores de ese movimiento musical, nacido a fines de los años 60. Milanés está anunciado para actuar en la American Airlines Arena (AAA) el 27 de agosto en medio de fuerte oposición de grupos de exiliados.

“Pablo Milanés me parece un artista extraordinario, pero a la vez es un hombre que todavía está defendiendo o haciendo ‘criticas constructivas’ a la revolución cubana después de 52 años”, afirmó Chirino. “Un hombre que ha sido testigo de los crímenes, de los abusos, del dolor, de todo lo que ha sucedido en Cuba a nivel político, de todo el desastre y el sufrimiento que ha causado esa revolución a su pueblo, y que todavía mantenga esas posturas tibias me parece insólito”.

Mi opinión:
Willy de cuando en cuando es brillante pero otras veces me da la impresión de que las neuronas se le congelan. Como esta vez que ha declarado, eso de que "todos los cubanos debemos sentirnos orgullosos de la " nueva trova". No lo entiendo, sobre todo por venir ese postulado de una persona que conoce los géneros musicales cubanos.
 A Willy se le olvidó que la tal nueva trova como género musical  que pretende ser el heredero directo de la trova tradicional cubana, dejó atrás la esencia de la misma, al incorporar canciones trovadorescas panfletarias por su contenido político, unidireccional, en defensa de un régimen que ha demostrado, ampliamente en su mas de medio siglo de existencia, ser enemigo del pueblo cubano, de sus auténticas tradiciones y de los valores artisticos y culturales que una vez lo definieron como nación.
La Nueva Trova Cubana se conoce más como movimiento cultural que como género musical. La Nueva Trova fue (y sigue siendo) un movimiento aglutinador de jóvenes canta autores, que comenzaron su "trova" con una guitarra bajo el brazo al estilo de Sindo Garay, Ñico Saquito y de otros tantos, y que luego, en la medida en  que se fueron comprometiendo (y se mantienen comprometidos) con la mal llamada revolución cubana se convirtieron en sus cantores por antonomasia, aglutinados  en una organizacion diferenciadora, monopolista, traducida en un  movimiento musical elitista, excluyente, partidista, socialista, que todavía, cuatro décadas después de su fundación oficial, mantiene su condición, como movimiento cultural, de fiel defensor del castrocomunismo, tal como lo podemos apreciar en las mismas declaraciones de Pablo Milanés , de Pedro Luis Ferrer, y de otros cantores contestatarios pero a la vez, sumamente  defensores del socialismo cubano.
Que Silvio, Pablo, y otros más que pertenecen a ese movimiento, tienen talento musical, es innegable, solo que, desgraciadamente, han puesto su arte en función de defender una causa que le ha hecho mucho daño a la mayoría de los cubanos.
 El arte cuando se politiza de esa manera tan cerrada y tan inhumana, deja de ser arte para convertirse en panfleto barato. Eso es la Nueva Trova. Arte panfletario, música que desvirtúa los valores humanos, que hace del amor un tema en función de un criterio, de un principio, de un postulado politico socialista, donde el ser humano es visto como parte de un todo, una masa, un conglomerado que se mueve en una sola dirección, donde la individualidad es aplastada por el todo social, y donde se toma partido por  el amor compartido, por el silencio, por el paso de un angel confundido, el sueño con serpientes, por el unicornio azul que solo existe en lo imago, lo inalcanzable por el ciudadano común.
A Mikel Pourcel lo expulsaron del grupo cuando adoptó una posición contraria a la de Silvio, Pablo, Vicente Feliu, Sara González, etc. Lo declararon traidor por no querer cantarle loas a la revolución castrista. Le cerraron las puertas de la misma manera que se las cierran a otros que  nunca han aceptado dentro del Movimiento de la Nueva Trova, porque no se identifican  con el castro comunismo. La mayoría de esos inaceptados son jóvenes (y no tan jóvenes) talentosos que solo pueden aspirar a cantar en actividades menores organizadas  por el  movimiento de aficionados y que nunca pasan de ser eso: aficionados trovadores.
 ¿Acaso yo debo sentirme, como cubana y como ser humano, orgullosa de ese movimiento sectarista, oportunista, defensor de lo que tanto daño le ha hecho a mi patria? NO y NO. Willy, esta vez se te congelaron las neuronas, se te durmieron las hormonas y la adrenalina te está jugando una mala pasada. Comprendo que te emociones y que desees cantar en Cuba, en la tierra donde naciste, comprendo tus buenas intenciones, y tus deseos de que las cosas entre cubanos fluyan normalmente, como entre hermanos, pero, desgraciadamente, no es posible sentirse orgullosos de una obra que, lejos de aportar amor, belleza, solidaridad y buena voluntad entre cubanos, ha sido apañadora y defensora  de odios, violencia, discriminación, elitismo, exclusionismo, abusos, imposiciones y absurdos que no son compatibles con la esencia misma de la música como manifestación artistica enriquecedora del alma humana.
Esperanza E Serrano

martes, 5 de julio de 2011

La sicodelia y la nueva trova

El 18 de febrero de 1968, Silvio Rodríguez, Pablo Milanés y Noel Nicola agotaron sus canciones en la sala Che Guevara de Casa de las Américas, en lo que es considerado el primer concierto de la Nueva Trova Cubana.
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LA SICODELIA Y LA NUEVA TROVA
Por Andrés Pascual

La simpatía del “fan” de cierto tipo de artista se pone a prueba ante la disyuntiva del “binomio”, que es aceptar que, incluso el genio, se pueda identificar como “gran artista-mala persona”; según Ignacio Vidal-Folch, la dificultad para aceptar este binomio proviene de la “fé religiosa en el arte y en sus clérigos…”
El caso más sonado en el voto contra un artista, aprobado por todo el mundo de su época, fue favorable a Charles De Gaulle cuando se negó a indultar a Roberto Brasillach, acusado de colaborar con los nazis durante la ocupación de Francia. Brasillach, un joven poeta de tendencias inclinadas a “los ísmos”, fue condenado a muerte en 1945.
A Brasillach, según Vidal-Foch, le clasifican como el villano máximo de la literatura y fue el director de la revista Je Suis Partout, la más leída, la mejor hecha, y la más odiada de su época. Dicen que el poeta traidor recibió la notificación de su condena con un gesto de elevado perfil de carácter, al responderle al comisario: “Es un honor…”
Cuando la traición del artista es el voto incondicional por una tiranía capaz de asesinar; cuando un artista es capaz de tergiversar las realidades para promover y ofrecer un arte contaminado; entonces como artista es un fraude y, como persona, un vil instrumento que explota el talento de manera oportunista y que pisotea así los cadáveres sedientos de justicia en pro de sus intereses, útiles para lograr un “modus vivendi” al cual, quizás, no hubiera accedido en situaciones normales de respeto; más que al paisano, al ser humano.
En muchos cubanos funciona el concepto tradicional de decisión ante el “binomio”, al no ser capaces de elegir lo moralmente obligatorio, que sería el rechazo absoluto a algunos artistas que cumplen un papel tan detestable en el asunto nacional, que empequeñecen a estatura enana su clase profesional, si es que la tienen.
Silvio Rodríguez y la Nueva Trova, íntegramente, son figuras repudiables del “pseudoarte” fidelista, a través de la música militante, grotesca continuación tropical de aquel experimento creado por Máximo Gorki y José Stalin, “el realismo socialista”, que secuestró la gran literatura rusa del XIX y casi todo el XX en pro de una circunstancia aborrecible como la práctica de la ideología leninista-comunista a través de la imposición de una terrible y tiránica gestión de dictadura criminal, personal o de grupo.
La represión castrista sometió a la niñez y a la juventud a la violación de sus ciclos generacionales más absolutos: ni niños ni jóvenes…directo a una adultez rara, con fundamento en una filosofía neo-esclavista y expresado todo por consignas y lemas; vivido en medio de escaseces impuestas para el control político de la sublevación y castigado hasta con la muerte quien ose, no sublevarse; sino protestar.
Mi generación no pudo vivir la sicodelia, de la que en realidad me interesó solo su música y la ropa y en nada los hippies ni los movimientos de protesta contra la Guerra de Viet-Nam ni los grupos antiamericanos encubiertos en pancartas por la paz ni la Brigada Venceremos ni Angela Davis ni las visitas de Panteras Negras a La Habana…nada de eso; pero The Dave Clark five, The Troggs, The Rolling Stones… sí me interesaban; tal vez le juzgué equivocado, quizás no, pero siempre he creído que Bob Dylan estaba entre los liberales de izquierda de aquí y nunca lo asimilé; ante la discrepancia creada por el binomio con el cantante de “Like a rolling stone”, me opté por la variante de “persona no grata, rechazable” y le dejé a otro tipo de entusiasta que se entretuviera con lo de “creador genial” y lo colocara en calidad de ícono que, a fin de cuentas y por algo será, también lo es de Silvio.
Yo no podía, la verdadera lucha entre el Este y el Oeste, entre civilización y barbarie, entre libertad y esclavismo se desarrollaba en Cuba durante los sesentas y el verdadero genocidio de la inteligencia, de la disposición y del emprendimiento de la juventud se cometió en Cuba: fuimos un experimento diabólico en cuanto al sacrificio de la propia vida y del concepto más absoluto de “decisión personal” y el mundo como si con él no fuera y la ola de promoción de Castro y Ché Guevara por la intelectualidad trasnochada europea, latinoamericana y antiamericana de aquí, apoyando a toda máquina semejante aberración en todas sus variantes.
Con la Nueva Trova, el desgobierno cubano pretendió rellenar el vacío que provocó la censura contra ese ogro diversionista que es “la música hecha bajo cánones de libertad de expresión”
Un grupo de oportunistas de lenguaje ambivalente a veces, dispuestos a sacrificar su moral en pro del reconocimiento político; algunos talentosos como Silvio y Pablo y en menor grado Noel Nicola y el circuito musical cubano puesto a los pies de estos individuos, para que hicieran lo único que, verdaderamente, siempre han sabido: pisotearlo. Entonces les regalaron el Festival de Varadero en su segunda etapa para que lo administraran y nadie podía grabar un disco sin el “visto bueno” de estos mequetrefes peligrosos…
Hoy el binomio funciona a la perfección a favor de estos “canta-autores” cuando un cubano le dice, sin ninguna pena, que “no está con Fidel; pero le gusta Silvio” ¡Vaya usted a saber con qué se come eso!
La Nueva Trova no ganó adeptos en Cuba, se la impusieron al joven por medio del proceso “no selección”; es decir, que como que no se tenía otra opción de entretenimiento, apostaron al movimiento y sus perniciosas cabezas.
Para llevar a cabo el plan, suspendieron de radio y televisión a todos los cantantes hispanos de fama y clase que, como en cualquier lugar, estaba pegados; entonces aparecieron acusaciones estúpidas contra unos y fabricadas contra todos, por lo que José Feliciano, Sandro, Julio Iglesias, Camilo Cesto, Los Angeles Negros y todos los grupos de lengua inglesa del pop internacional, fueron proscritos para limpiarle el camino a la Nueva Trova, con la que coparon la programación de objetivo juvenil.
El desgobierno sabía que, solo sin posibilidad de alternativas, un joven universitario cubano, muerto de hambre y sin ningún tipo de libertad civil, realistamente hablando, se podía disparar a Pablo Milanés, a Silvio Rodríguez o a Sara González reclamando libertades para un uruguayo que podía viajar a cualquier lugar del mundo sí tenía el dinero para hacerlo, mientras ellos, no podían ni oír la música que les gustaba.
El brujo mayor en este concierto de deslealtades y traiciones a la juventud cubana de toda una época es Silvio Rodríguez, una máquina de componer loas, lemas y compromisos en porcentaje mucho mayor que canciones; un tipo que se comprometió y nunca protestó contra ningún crimen cometido en su país; un tipo que no es verdad que sea poeta, la poesía no puede ser, por concepto lírico, un arma del represor; pero si lo fuera, como a muchos otros allá, un día podría decidir el binomio en su contra, al extremo de que lo sufran como Brasillach.