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domingo, 15 de mayo de 2022

Esto sucede en Cuba: La represion y la violacion de Los derechos humanos no tiene en límites

 


Imaginen que a una madre le avisen que los policías golpearon con ganas a su hijo con discapacidad física. Imaginen que esa madre vaya corriendo para la delegación para que le muestren en qué condiciones está él y terminen deteniéndola y enviándola a prisión.  A ella la liberaron pero su hijo podría pasar 10 años preso. 

Ayer cuando supe la petición fiscal de su hijo, le escribí para darle ánimos, sin saber que sería yo quien le daba la noticia de que a su hijo le piden 10 años de cárcel. nadie se lo había informado.

Esta es la historia de Mayda y Yunior👇👇👇

¡Corre, Mayda!, que la policía casi mata a tu hijo a golpes.

Le gritaron amigos en la puerta de su casa. Los mismos vecinos que la vieron criar sola a sus tres hijos y conocían a Yunior desde que nació ahora le avisaban lo ocurrido minutos antes. Mayda ni siquiera se cambió de ropa, solo buscó unos zapatos y salió para la estación de policía Oncena de San Miguel del Padrón, a unas cuadras de donde vive.

En la misma entrada explicó que necesitaba saber de su hijo, detenido con violencia. “Yo ni siquiera alcé la voz, a pesar de que ardía, porque sé que ellos pueden acusarte de desacato. Sólo les dije que de allí no me iba hasta que me lo enseñaran, que yo tenía que ver en qué condiciones estaba, que era su madre”.

Sin entender prácticamente qué pasaba Mayda Yudith Sotolongo, enfermera de 50 años y que nunca había pisado una estación de policía, estaba siendo fotografiada como una criminal. Había llegado para saber de su hijo y ahora la detenían a ella, que ni siquiera había salido a manifestarse. “Les dije que ellos no tenían motivos para encerrarme, pero que, si tenía que estar presa para saber de Yunior, que me metieran presa”.

Y así lo hicieron, solo que tampoco pudo verlo.

“Me tomaron las huellas, dedo a dedo, luego fotos. Ellos hablaban de hacerme un expediente como si hubiese cometido un delito”. Ahí la enfermera empezó a asustarse, pero su mayor preocupación era qué había pasado con Yunior, si le habían hecho daño.

“Los vecinos presentes me aseguraron que mi hijo parecía un muñeco por el aire dando vueltas. Tres boinas negras lo patearon y le pisaron la cabeza. Luego lo tiraron sangrando en un camión como si fuera un saco y no un muchacho con discapacidad física”

A las cuatro de la mañana del 12 de julio, los oficiales de la estación policial de San Miguel del Padrón montaron a varias mujeres en un camión, Mayda entre ellas, y sin explicarles para dónde iban arrancaron el vehículo. Cuando se detuvo estaba la prisión de 100 y Aldabó.

Quítate la ropa, el ajustador, quítatelo todo, agáchate, tose, haz cuclillas. Ponte este uniforme gris. Fueron las primeras órdenes que escuchó en la cárcel.

“Me metieron en un hueco de 4×4 metros con otras detenidas. Era una celda oscura, sin ventanas, donde no sabía si era de día o de noche.  El calor y los mosquitos no dejaban dormir, todo el día sudaba y no nos daban agua”.

Mayda y sus compañeras de celda llamaban a sus carceleras, ya sin saliva en la boca.

– Oficial agua, agua

– Aquí no pueden estar gritando cada vez que quieran agua. Aquí no hay agua, era la respuesta de las autoridades.

Finalmente, después de pedirlo una y otra vez, una oficial llevó un solo vaso para las cuatro mujeres en la celda. Apenas pudieron beber un sorbo cada una.

“A mí no me dieron golpes, pero yo digo que es tortura la comida en mal estado, que nos negaran agua, la suciedad. Y luego a las 6:00 a.m. ponían discursos de Canel o Fidel Castro a todo volumen para enloquecernos y que no descansáramos. Tenías que taparte los oídos porque era insoportable. Yo aún tengo pesadillas con el sonido de la llave y el candado de ese lugar.

A ella le entregaron la ropa que su hijo usó ese día. Estaba ensangrentada , rota y con excremento. Yunior se defecó encima. El 17 de agosto le habló por primera vez desde su detención, sentada en un extremo de una mesa y él en otro. No le permitieron besarlo o darle un abrazo.

“En cuanto me vio empezó a llorar. No podía ni hablar. Miraba para los militares que estaban alrededor y con miedo, bajando la voz, me confesó que le habían dado mucho golpe y hasta los perros le tiraron. Me repetía una y otra vez: mami, sácame de aquí.”

👉Toda la historia aquí  

https://www.cubanet.org/destacados/mayda-una-madre-cubana-que-fue-a-la-estacion-policia-por-su-hijo-y-termino-presa/

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