Por el LC Faisel Iglesias.
Para realizar la magna obra totalitaria del Estado Socialista se hizo
necesario recabar toda la experiencia de siglos de luchas de unos seres
humanos contra los otros por el control económico y político. Toda la
literatura, el cine, la educación estaba destinada a la construcción de
un ser humano estructurado en una ideología que se creía la verdad del
mundo alrededor de la cual se debía organizar la vida del país.
Construir al hombre nuevo, como lo llamara el Che. Era una política, un
arte y una literatura que en definitiva establecían dos tipos de seres
humanos: los revolucionarios (los buenos, llamados a jugar el papel
“positivo”) y los contrarrevolucionarios (los malos, a los que les
correspondería jugar el papel “negativos” en el proceso.
En
determinados momentos, cuando el gobierno entendía que debía considerar
peligrosos a los malos de la película (porque de eso se trata también,
de una gran mentira, un teatro, una película), podían ser encarcelados
sin un debido proceso de ley; esto es: sin un juicio justo e imparcial.
No son necesarias las pruebas de los hechos imputados, de su
peligrosidad social; es suficiente la convicción moral y política del
juzgador (el mismo aparato de la Seguridad del Estado) de que se trata
de un contrarrevolucionario.
Los métodos de la inquisición (La ley
de procedimiento penal en Cuba reconoce que los procedimientos que
instrumenta son inquisitivos), el poder centralizado del conquistador
español, la personalidad del dictador latinoamericano, la forma de
gobierno estalinista, los métodos hitlerianos de tratar al opositor como
bacteria, gusano, la utilización del aparato del Estado como
instrumento intimidador, son incuestionablemente, alguno de los rasgos
del Estado Socialista Cubano.
Cuentan que quien llegó a ser director
de la CIA, cuando pudo constatar personalmente el holocausto hitleriano
expreso: “Así que es cierto!” Es decir, el hombre que tenía toda la
información en su despacho de lo que estaba sucediendo en el país
fascista no podía imaginar que realmente fuera cierto. Todo estado
totalitario utiliza métodos que la lógica de un demócrata no concibe.
Hoy día, cuando explico la realidad de las cárceles cubanas, el hambre
del pueblo cubano, las vicisitudes de los disidentes, de la represión
que sufrimos los activistas de derechos humanos, en lo más íntimo ciento
que mis interlocutores no pueden concebir que sea cierto. La Seguridad
del Estado llego incluso, a habilitar un apartamento en el edificio
donde estaba ubicado el cine América, frente a mi casa, e instaló una
guarnición permanente de agentes de la Seguridad del Estado (policía
política) para vigilar mi actividad como abogado de los derechos humanos
las veinte y cuatro horas del día, y tomar conocimiento de todo el que
osara entrar a mi casa. Como si de un apestado se tratara, como si de un
criminal. Para eso procuraban la colaboración de los vecinos
“revolucionarios” y delincuentes. A los primeros los comprometían con el
trabajo sucio y a los segundo los chantajeaban. A decir verdad, en mi
caso, poco se prestaron para semejante designio. Sin embargo, esa no ha
sido la regla general. Hijos contra padres, esposa contra esposos,
amigos contra amigos, vecinos contra vecinos ha sido la realidad.
Muchos años después en el exilio me encontré con uno de aquellos
“acuartelados” en el apartamento del edificio del cine América para
vigilar al “abogado contrarrevolucionario.” Se trataba de un boxeador
que me contó como entraban a mi casa, sustraían documentos, intimidaban
visitantes, amenazaban a mi novia. Veinte años después se compadecía del
sufrimiento al que había contribuido a someterme. Y me pedía ayuda para
legalizar su estatus migratorio, ahora en los Estados Unidos como un
exiliado más del régimen.
Científicos e historiadores hablan de lo
peligroso que es el Estrecho de la Florida. Muchos documentales narran
lo mortales que son las embestidas de los tiburones en alta mar. Todos
podemos imaginar lo pobre que resulta una simple lona ante un mal
tiempo. Cientos, miles de cubanos se han lanzado a cruzar el Estrecho de
la Florida en los más inconcebibles objetos: la goma de un auto, una
palizada, una balsa hecha con objetos rústicos, un automóvil sellado,
etc. Pero lo que resulta inimaginable para el ser humano es el
sufrimiento, que lleva a un pueblo a echarse a un mar endemoniado en
tales circunstancias. La muerte por inanición, las mordidas de los
tiburones, las escoltas de delfines, el hijo que se cae de los brazos de
la madre parece que no llega a la sensibilidad de aquellos que, aun
hoy, muestran respeto o simpatías por la “Revolución Cubana” y el
“Estado Socialista.”.
Pasa el tiempo y los recuerdos, las historias
que me contaban mis clientes y algunos compañeros de detenciones no se
van de mi memoria:
“Mi hermano se paró en medio de la balsa por la
madrugada. Hacia una semana que no veíamos más que cielo y agua. Me
dijo: Voy a la cocina a tomar agua. Y se tiró al mar, como si pudiera
caminar sobre las olas. No lo vi mas.”
“Mi mujer cogió a mi hijo y
me dijo que iba a la cocina a freír unos huevos. Sentí los zarpazos, la
pelea de los tiburones por mi mujer y mi hijo.”
Cada pueblo tiene el
gobierno que se merece, se dice y se repite por generaciones. Creo que
los niños del Remolcador 13 de Marzo, hundido a ojos vistas del Malecón
Habanero por las Fuerzas Guardafronteras del Gobierno Cubano, no
merecían esa muerte. El ser humano parece ser la especie que mas
tropieza con la misma piedra. El empuje, la creatividad, la amplitud del
Estado Socialista no puede ser desarrollado solo por un grupo de
hombres pervertidos encaramados en el poder. Todo el pueblo, desde los
primeros vigilantes del CDR, hasta el ideólogo del Partido, unidos al
aparato del Estado Socialista es responsable de la anulación de la
individualidad, de la represión, del sufrimiento de generaciones tras
generaciones. Se trata de una culpa común. De un dolor dilatado. Y esa
responsabilidad histórica el pueblo cubano la está pagando de una u otra
manera. Ya los hijos de los revolucionarios son los primeros
contrarrevolucionarios, viven en el exilio. La Patria ha perdido a
millones de sus hijos científicos, artistas, deportistas, obreros
calificados. Los jóvenes se van del país por los medios más
insospechados. La sociedad cubana esta envejecida. La solución es la
evasión. Han perdido la fe en su tierra y se van al Norte, en busca del
Sueño Americano.
.......
"Un escenario real, abominable y previsible"
La
Habana, Cuba, Redacción, (PD) Ante la enorme conjura de indiferencia
internacional, poco puede hacer, financiada o no, la oposición pacífica
interna cubana. Frente a ella, se alza la brutal maquinaria del
capitalismo de estado de corte fascista-corporativo castrista. Esta
maquinaria, la margina o tolera en la justa medida de su conveniencia.
Hoy por hoy, el gobierno pide más y ofrece menos. El pueblo calla,
como de costumbre, aunque algo en su interior ha cambiado y se mueve.
Veremos cómo termina todo.
Mientras, gracias a sus aliados foráneos, de izquierda o de derecha,
políticos como el Sr. Barak Obama y la Sra. Mogherini, empresarios tipo
Odebrecht, etc., el sistema castrista podrá hacer con los cubanos lo que
le venga en gana, y el mundo no lo verá. No lo verá desde su adormilada
conciencia. La opinión pública internacional está condicionada en su
percepción por una prensa libre del corte New York Times-Londoño, etc.,
que suele llamar “presidente” a Raúl Castro.
Por suerte, en la actualidad los castristas son más débiles. No
podrán realizar con facilidad la transición a un régimen neo-castrista
de capitalismo de estado, con rasgos de fascismo corporativo y
pinceladas ruso- chinas. Se les ha complicado casi todo lo que
pretendieron realizar con respaldo financiero estadounidense.
Raúl Castro y sus allegados son incapaces para enfrentar con éxito
situaciones de crisis. Todos los jerarcas históricos son reaccionarios e
intolerantes. No saben cómo y por no saber, se resisten a aflojar. No
lo hacen, aunque solo sea para imitar por arriba a Rusia, China o
Vietnam.
Julio César Gandarilla, el nominado vice o contralmirante y flamante
ministro del Interior, pretende acabar con la oposición política y la
sociedad civil antes de que su jefe Raúl Castro abandone la presidencia
del país el año próximo. Solo que le falta sutileza y habilidad para
ello. Se limita a reprimir con toda la zafiedad y la brutalidad
imaginables.
Pero lo preocupantemente cierto es que lo único que el general Raúl
Castro sabe hacer, ha hecho y en lo que sí tiene sobrada experiencia es
en reprimir y matar. Eso es lo que ordenará.
Hoy disfrazan a los esbirros para que cuando repriman en las calles y
se afirmen en la violencia de género en que se afirman, parezcan ser
“el pueblo indignado que responde a provocaciones de la
contrarrevolución”.
Los cambios políticos que conducirán a la democratización se atisban y
llegarán. En su momento quizás sea necesario y efectivamente se
produzca una ruptura arriba, en la cúpula político-militar. Para que esa
ruptura se realice, se hará necesaria la adecuada presión interna y
también externa. Un desencadenamiento de acontecimientos políticos y
algunos errores a los que es proclive el heredero en jefe, servirán de
catalizador. Las condiciones para esto ya se comienzan a perfilar.
No obstante, las señales que se perciben son alarmantes. El dilema
cubano se resolverá quizás con un golpe palaciego, un colapso económico,
una revuelta popular o la intervención divina. Así lo indica la
historia. Diferencias culturales aparte, ningún pueblo se ha librado por
sí mismo de un régimen totalitario. No existía sociedad civil en la
Unión Soviética o la Alemania nazi, porque allá, al igual que por acá,
el totalitarismo la yuguló con la anticipación necesaria.
Los servicios especiales y la jerarquía suprema del régimen militar
cubano ya diseñaron otra estrategia salvadora. Esta estrategia en su
momento fue llamada por algunos, “la marea roja”. Tal marea consistió en
desplazar hacia el ostracismo a la oposición real, ningunearla y
colocar en su lugar a una oposición dócil que responda a las necesidades
estratégicas del régimen en el momento inevitable de la transición o
del esperado fin. Al menos, ya cuentan con aliados foráneos, de
izquierda o de derecha y entre ellos, generosos financistas y
‘promotores’ que lanzan a quien entienden o a la iniciativa que
entienden y les convenga (que no moleste mucho a la élite castrista)
para proclamarla como auténtica, única y más relevante creación de la
oposición pacífica cubana, aunque nadie en Cuba sepa cosa alguna sobre
ese u otro particular.
Es por esto que se pretende acabar con la oposición política y la
sociedad civil antes que Raúl Castro abandone la presidencia del país el
año próximo (si la abandona) y en estos planes del régimen, ocupa lugar
preeminente acabar con las Damas de Blanco, los opositores frontales y
los pocos que testimonian afirmados en su derecho a ser honrados, a
pensar, hablar e incluso escribir sin hipocresía.
Recordemos a Martin Luther King cuando expresó: “No me preocupa el
grito de los violentos, de los corruptos, de los deshonestos, de los sin
ética. Lo que más me preocupa es el silencio de los buenos”.
por Primavera Digital en Cuba