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domingo, 20 de julio de 2014

Homenaje a Oswaldo Payá y a Harold Cepero


" Los derechos no tienen color político, ni de raza, ni de cultura.Tampoco las dictaduras tienen color político, no son de derecha ni de izquierda, son sólo dictaduras"
                                              Oswaldo Payá

Que su Luz nunca se apague en nosotros. La Esperanza esta abonada por cada vela encendida a nuestros HÉROES.

Misa en La Habana en recuerdo de Harold y Oswaldo

PASIONISTAS MISA
Misa  en recuerdo de Harold y Oswaldo,
Iglesia de Los Pasionistas, La Habana
22 de julio de 2014, 4:00 pm

Misas en Cuba, Estados Unidos y España en recuerdo a Harold Cepero y Oswaldo Payá

 

 Discurso de Oswaldo Payá al aceptar premio Sajarov, Estrasburgo, Dic/2002

Gracias al señor presidente, Pat Cox, y a este Parlamento en el que están representados muchos pueblos de Europa.
Ustedes han concedido el premio Andrei Sajarov al pueblo de Cuba; digo al pueblo cubano porque es el gran merecedor de este reconocimiento. Lo digo sin excluir a ninguno de mis compatriotas, sea cual sea su posición política, porque los derechos no tienen color político, ni de raza, ni de cultura. Tampoco las dictaduras tienen color político, no son de derecha ni de izquierda, son sólo dictaduras. En mi país hay miles de hombres y mujeres que luchan por los derechos de todos los cubanos en medio de la persecución. Cientos de ellos están presos sólo por proclamar y defender estos derechos, por lo que yo recibo este reconocimiento en su nombre.
Digo que este premio es para todos los cubanos porque entiendo que, con este premio, Europa quiere decirles: “Ustedes también tienen derecho a los derechos”.
De esto siempre estuvimos convencidos, pero hubo etapas en las que parecía que esa verdad no era tan evidente para muchos en el mundo.
No vengo aquí a pedir apoyo para la oposición al gobierno cubano, ni a condenar a los que nos persiguen. No es una ayuda para Cuba que algunos en el mundo tomen partido por el gobierno cubano o por los que se le oponen, a partir de posiciones ideológicas. Nosotros queremos que se tome posición a favor del pueblo cubano, con todos los cubanos. Y eso significa apoyar el respeto a todos sus derechos, apoyar la apertura, apoyar la demanda de que se consulte a nuestro pueblo en las urnas sobre los cambios que estamos demandando. Pedimos la solidaridad para que se le dé la voz a nuestro pueblo en las urnas, como lo propone el Proyecto Varela.
Muchos han relacionado este premio con el Proyecto Varela, y tienen razón, porque los miles de cubanos que, en medio de la represión han firmado esa petición de referéndum, están haciendo una contribución decisiva a los cambios que Cuba necesita. Estos cambios significarían participación en la vida económica y cultural, significarían derechos políticos y civiles y reconciliación nacional. Ese sería el verdadero ejercicio de la autodeterminación de nuestro pueblo. Debe terminar el mito de que los cubanos tenemos que vivir sin derechos para sostener la independencia y soberanía de nuestro país.
El padre Félix Varela nos enseñó que la independencia y la soberanía nacional son inseparables del ejercicio de los derechos fundamentales. Los cubanos que viven en Cuba y en la diáspora, como un solo pueblo, tenemos la voluntad y las capacidades para construir una sociedad democrática, justa y libre, sin odios ni revanchas y como lo soñó José Martí: “Con todos y para el bien de todos”.
No hemos escogido el camino pacífico como una táctica, sino porque es inseparable de la meta de nuestro pueblo. La experiencia nos dice que la violencia genera más violencia y que cuando los cambios políticos se realizan por esa vía se llega a nuevas formas de opresión e injusticia.
Queremos que nunca más la violencia y la fuerza sean vías para superar crisis o gobiernos injustos. Esta vez realizaremos los cambios mediante este movimiento cívico que ya está abriendo una nueva etapa en la historia de Cuba, en la que prevalecerá el diálogo, la participación democrática y la solidaridad. Así construiremos una paz verdadera.
Los héroes luchadores cívicos cubanos, los ciudadanos que firman el Proyecto Varela, no tienen armas en las manos. No tenemos un brazo armado. Tenemos los dos brazos extendidos, ofreciéndoles las manos a todos los cubanos, como hermanos, y a todos los pueblos del mundo. La primera victoria que podemos proclamar es que no tenemos odio en el corazón.Por eso decimos a quien nos persigue y a los que tratan de dominarnos: tú eres mi hermano, yo no te odio, pero ya no me vas a dominar por el miedo, no quiero imponer mi verdad, ni que me impongas la tuya, vamos juntos a buscar la verdad. Esa es la liberación que estamos proclamando.
Todavía hay quien sostiene el mito de la disyuntiva entre los derechos políticos y civiles, por una parte, y la capacidad de una sociedad para construir la justicia social y lograr el desarrollo, por otra. No son excluyentes. La ausencia de derechos civiles y políticos en Cuba ha tenido graves consecuencias como la desigualdad, la pobreza de la mayoría, los privilegios de una minoría, el deterioro de algunos servicios, aun cuando éstos están concebidos como sistemas humanos y positivos.
De esta manera, aunque muchos cubanos han trabajado durante años con amor y buena fe, hoy existe una grave situación en materia de derechos civiles y políticos, además de una creciente desigualdad y deterioro de la calidad de vida para las mayorías. Inclusive se les atan las manos a los
ciudadanos, neutralizando las inmensas potencialidades de creatividad y laboriosidad de los cubanos. Esa es la principal causa de nuestra pobreza. No se puede justificar esta realidad afirmando que el pueblo cubano escogió libremente este sistema. Ustedes saben que ningún pueblo de los representados en este Parlamento, ni ningún pueblo en el mundo, renunciaría jamás al ejercicio de sus derechos fundamentales. Cada vez se demuestra más que el bienestar y el progreso en materia económica y social son frutos del ejercicio de los derechos. De igual manera, una democracia no es verdadera o no es completa si no es capaz de iniciar y sostener un proceso de elevación de la calidad de vida de todas las personas. Porque tampoco ningún pueblo ejerce su voto libremente para optar por la pobreza y la desigualdad que reduzca a las multitudes a una situación de desventaja y marginación.
Nuestros pueblos latinoamericanos están reclamando la democracia real que es aquélla en la que se puede construir la justicia. Es escandaloso que en nombre de la eficacia se apliquen métodos que pretenden superar crisis y acabar con la pobreza, pero que, en la práctica, amenazan con aniquilar a los pobres.
No pretendo anunciar nuevas posiciones o modelos, pero nuestro pueblo ha vivido y sufrido diversos sistemas políticos y económicos. Hoy sabemos que cualquier método o modelo que, en una supuesta búsqueda de la justicia, el desarrollo o la eficacia, se sitúe por encima de la persona o anule cualquiera de los derechos fundamentales conduce a alguna forma de opresión, a la exclusión, y sumerge a los pueblos en la calamidad.
Queremos expresar desde aquí nuestra solidaridad con todos los que sufren cualquier forma de opresión y de injusticia, con los que están silenciados y marginados en el mundo. La causa de los derechos humanos es una sola, como una sola es la humanidad. Si hoy se habla de globalización, anunciamos y denunciamos que si no se globaliza la solidaridad no sólo peligran los derechos humanos, sino el derecho a seguir siendo humanos. Sin solidaridad humana tampoco conservaremos un mundo limpio donde siga siendo posible la vida para los seres humanos.
Por eso, humildemente creo que más que nuevos modelos, tanto en las sociedades como en las relaciones entre los países, lo que se necesita es un nuevo espíritu. Este nuevo espíritu debe expresarse en la solidaridad, la cooperación y la justicia en las relaciones entre los países y no será un freno al desarrollo. Porque si se subordinan las políticas y los modelos a la realización de la persona, a la construcción de la justicia y la democracia, si se humanizan las políticas, entonces se superarán los abismos que separan a los pueblos y seremos una verdadera familia humana.
Llegue desde Cuba nuestro mensaje de paz y solidaridad a todos los pueblos. Todos los cubanos reciben este premio con dignidad y proclamando nuestra esperanza de reconstruir nuestra sociedad con el amor de todos, como hermanos, como hijos de Dios. Los cubanos somos sencillos y sólo queremos vivir en paz y progresar con nuestro trabajo, pero no podemos, no sabemos y no queremos vivir sin libertad.
Ante el Señor de la historia, que fue acostado en un humilde pesebre, depositamos este homenaje, y nuestras esperanzas.
Gracias y feliz Navidad.
 http://www.youtube.com/watch?v=TJx47JMd2O8&feature=player_embedded

Publicado: 25 Diciembre 2002 en Artículos Oswaldo Payá y M.C.Liberación.

jueves, 17 de julio de 2014

La comparsa de los crédulos y de los apátridas



"La única fórmula digna de un pueblo que después de medio siglo sigue en pie de lucha es exigir la salida de los Castro y el castigo ejemplarizante de quienes han sido sus cómplices."
 
De un tiempo a esta parte se ha desatado, tanto dentro de la Isla como en el exilio, una erupción de frentes, foros y encuentros que dicen representar una alternativa moderada y pragmática a la brutal tiranía que nos ha oprimido por 55 años. Basan sus argumentos en la premisa de que la confrontación y la violencia no han logrado derrocar a la tiranía cubana. Según estos señores, como los cubanos no hemos sido capaces de derrocar a los tiranos por las "malas", nuestra única alternativa es que nos entendamos con ellos por las "buenas". De hecho, lo que proponen los promotores de esta comparsa del apaciguamiento es que confiemos en la comprensión y la compasión de una gente que se hizo del poder por la fuerza y que ha logrado mantenerlo por el asesinato y la violencia. Algo tan inaudito como pedirle a Satanás que nos dé la bendición y nos abra las puertas del cielo.
En un foro realizado recientemente en una universidad del sur de la Florida, sus promotores se refieren a los recientes cambios cosméticos de la tiranía como si fueran reales y "consideran apropiado y oportuno capitalizar y aprovechar esos cambios para fortalecer la incipiente sociedad civil cubana, impulsar mayores cambios y fortalecer el emergente sector privado. Para lograr esto, proponen flexibilizar las sanciones norteamericanas". Lo de "flexibilizar las sanciones" es una forma solapada de hacer causa común con los Castro en su desesperada aspiración de que le levanten el embargo con el mínimo de concesiones por parte del régimen.
Para despejar el enigma y desenredar el acertijo analicemos esta descabellada propuesta. Estos señores dicen que van a "capitalizar y aprovechar esos cambios". Se olvidan de que el objetivo de esos cambios ficticios no es otro que prolongar la tiranía y de que resulta irónico hablar de "capitalizar" en una sociedad cerrada donde los únicos "capitalistas" y mandamases son y han sido siempre los Castro y sus apandillados. Se refieren en el mismo párrafo a "fortalecer la incipiente sociedad civil cubana". En esa gigantesca cárcel la sociedad civil está integrada por ciudadanos presos de un régimen totalitario que monopoliza todos los recursos en su propio beneficio. Los carceleros tienen las llaves y deciden quienes entran y quienes salen según las conveniencias del régimen. Quienes se fortalecen no son los miembros de la inexistente sociedad civil sino la gentuza corrupta y asesina que integra los cuadros de la tiranía castrista.
Más allá de sus intenciones, los proponentes de esta forma de lidiar con la tiranía castrista demuestran ser unos sinvergüenzas o unos ignorantes de nuestra historia reciente. En octubre de 1978 se produjo el llamado "primer diálogo" entre un sector del exilio y la tiranía de Fidel Castro. Los farsantes que promovieron aquel diálogo se adjudicaron el mérito de haber logrado la liberación de 3,600 presos políticos. La realidad, según lo demostró el Dr. Antonio de la Cova y lo publicó Baracutey Cubano, aquellos presos fueron liberados por gestiones de representantes diplomáticos del entonces presidente Richard Nixon. Dieciséis años más tarde, en junio de 1994, 225 arrepentidos exiliados cubanos se prestaron a participar en la misma patraña. Bajo el título de "La Nación y la Emigración", viajaron a La Habana a proferir sandeces en elogio del régimen y estrechar la mano ensangrentada del asesino de millares de cubanos. Hoy sabemos que ninguno de esos diálogos condujo al derrocamiento de la tiranía castrista.
En un contexto más amplio, los diálogos con ideólogos de la izquierda totalitaria han terminado siempre en un rotundo fracaso. En los últimos 30 años tres gobiernos colombianos han sostenido conversaciones con las FARC para poner fin a su horrible tragedia de más de medio siglo. En 1984, cuando el gobierno de Belisario Betancur y las FARC firmaron el Acuerdo de la Uribe. A mediados de 1991, cuando el gobierno liberal de César Gaviria dio inicio en Caracas a unos diálogos con la guerrilla que terminaron finalmente en México sin resultado alguno. En 1999, cuando el gobierno del presidente Andrés Pastrana acordó con las FARC lo que se denominó la agenda del Caguán, cuyas conversaciones fracasaron por las excesivas demandas de Tiro Fijo. Las actuales conversaciones de La Habana, utilizadas por Santos como argumento de campaña electoral, constituyen una interrogante para la que todavía no hay una respuesta definitiva.
En la Venezuela del chavismo, y a pesar de declaraciones en contra de algunos miembros de la Mesa de Unidad Democrática, el diálogo ha terminado también en el más absoluto fracaso. El discípulo de los Castro ha utilizado las mismas mentiras y falsas promesas de sus mentores para ganar tiempo y promover el desgaste de la oposición. Con el encarcelamiento de estudiantes y líderes opositores sin proceso debido han descabezado a la oposición y neutralizado la embestida brutal de un pueblo valiente y enardecido que parecía al borde del triunfo. Leopoldo López, con su llamado a reclamar el control de las calles por el pueblo venezolano, parece ser la única esperanza de que algún día se logre la libertad.
Pero si descabellada es la idea de que se puede negociar con tiranos, desconcertante es la lista de quienes, sin compartir ni promover la idea, otorgan credibilidad a sus promotores participando en debates que sólo benefician a quienes tienen una agenda de colaboración con los Castro. Quienes se oponen al levantamiento del embargo no van a cambiar la posición de quienes desean su levantamiento. Quienes favorecen su levamiento ganan terreno sembrando dudas entre multitudes que ignoran la realidad cubana, incluyendo a muchos cubanos.
Quienes promueven el levantamiento del embargo son los únicos que saben lo que quieren y hacia donde van. Son los mismos apátridas de siempre que persiguen el enriquecimiento personal o la notoriedad que sólo pueden lograr por el tamaño de su cuenta bancaria y no por la dimensión de su intelecto o su servicio desinteresado a la libertad de la patria.
Estoy convencido de que, quienes, sin compartir sus ideas, acceden a participar en estos debates inútiles son unos crédulos que están perdiendo el tiempo y debilitando la causa de nuestra libertad verdadera. Una libertad sin compromisos con el pasado tenebroso y sin la presencia de los mismos que nos han esclavizado por tantos años. En Cuba no podemos resignarnos a un Vladimir Putin tropical que prolongue de manera indefinida la tiranía castrista. Porque una tiranía con careta de democracia duraría más tiempo y sería más difícil de derrocar que una tiranía a cara descubierta como la que sufrimos en estos momentos.
Hemos luchado durante muchos años, han padecido cárcel demasiados cubanos, y han muerto innumerables patriotas para que ahora, cuando la tiranía se tambalea, vayamos a alzar la bandera blanca de una rendición ignominiosa. La única fórmula digna de un pueblo que después de medio siglo sigue en pie de lucha es exigir la salida de los Castro y el castigo ejemplarizante de quienes han sido sus cómplices.
No propongo ningún tipo de masacre sino el justo castigo que merece ese 5 por ciento del pueblo cubano que, junto a los Castro, oprime en estos momentos al otro 95 por ciento que sólo desea libertad para ganarse el pan y para labrarse su propio destino. Y esa libertad se acelera negando a la tiranía los recursos para mantenerse en el poder. Cualquier otra cosa sería una fórmula para el desastre y una alta traición a la patria. 

Alfredo Cepero, Director de www.lanuevanacion.com
La Nueva Nación es una publicación independiente cuyas metas son la defensa de la libertad, la preservación de la democracia y la promoción de la libre empresa. Visítenos en : 

viernes, 4 de julio de 2014

Happy Fourth of July: Día de la Independencia de Estados Unidos de América

 
El 4 de julio es considerado el día de la Independencia de los Estados Unidos en conmemoración y celebración por el 4 de julio de 1776 en que fue firmada la Declaración de la Independencia de las trece colonias de la metropoli inglesa.
Declaración que fue escrita y firmada por todos los miembros del Congreso Continental, en Philadelfia, Pensylvania.
El Congreso Continental, en dicha Declaración de Independencia explica detalladamente las causas por las cuales las trece colonias consideran que deben independizarse de Inglaterra y la decisión unánime de hacerlo de inmediato. Una vez firmada la Declaración, las trece colonias se declaran como Estados Unidos de América´.
Oficialmente el 4 de julio fue declarado día de fiesta nacional (holiday) en 1941

 

Declaración de Independencia de los Estados Unidos de América


Declaración de Independencia de los Estados Unidos de América
Cuando en el curso de los acontecimientos humanos se hace necesario para un pueblo disolver los vínculos políticos que lo han ligado a otro y tomar entre las naciones de la tierra el puesto separado e igual a que las leyes de la naturaleza y el Dios de esa naturaleza le dan derecho, un justo respeto al juicio de la humanidad exige que declare las causas que lo impulsan a la separación.

Sostenemos que estas verdades son evidentes en sí mismas: que todos los hombres son creados iguales; que son dotados por su Creador de ciertos derechos inalienables; que entre éstos están la vida, la libertad y la búsqueda de la felicidad; que para garantizar estos derechos se instituyen entre los hombres los gobiernos, que derivan sus poderes legítimos del consentimiento de los gobernados; que cuando quiera que una forma de gobierno se haga destructora de estos principios, el pueblo tiene el derecho a reformarla o abolirla e instituir un nuevo gobierno que se funde en dichos principios, y a organizar sus poderes en la forma que a su juicio ofrecerá las mayores probabilidades de alcanzar su seguridad y felicidad. La prudencia, claro está, aconsejará que no se cambie por motivos leves y transitorios gobiernos de antiguo establecidos; y, en efecto, toda la experiencia ha demostrado que la humanidad está más dispuesta a padecer, mientras los males sean tolerables, que a hacerse justicia aboliendo las formas a que está acostumbrada. Pero cuando una larga serie de abusos y usurpaciones, dirigida invariablemente al mismo objetivo, demuestra el designio de someter al pueblo a un despotismo absoluto, es su derecho, es su deber, derrocar ese gobierno y establecer nuevos resguardos para su futura seguridad. Tal ha sido el paciente sufrimiento de estas colonias; tal es ahora la necesidad que las obliga a reformar su anterior sistema de gobierno La historia del actual Rey de la Gran Bretaña es una historia de repetidos agravios y usurpaciones, encaminados todos directamente hacia el establecimiento de una tiranía absoluta sobre estos estados. Para probar esto, sometemos los hechos al juicio de un mundo imparcial.

El Rey se ha negado a aprobar las leyes más favorables y necesarias para el bienestar público.

Ha prohibido a sus gobernadores sancionar leyes de importancia inmediata y apremiante, a menos que su ejecución se suspenda hasta obtener su asentimiento; y una vez suspendidas se ha negado por completo a prestarles atención.

Se ha rehusado a aprobar otras leyes convenientes a grandes comarcas pobladas, a menos que esos pueblos renuncien al derecho de ser representados en la Legislatura; derecho que es inestimable para el pueblo y terrible sí, para los tiranos.

Ha convocado a los cuerpos legislativos en sitios desusados, incómodos y distantes del asiento de sus documentos públicos, con la sola idea de fatigarlos para cumplir con sus medidas.

En repetidas ocasiones ha disuelto las Cámaras de Representantes, por oponerse con firmeza viril a sus intromisiones en los derechos del pueblo.

Durante mucho tiempo, y después de esas disoluciones, se ha negado a permitir la elección de otras Cámaras; por lo cual, los poderes legislativos, cuyo aniquilamiento es imposible, han retornado al pueblo, sin limitación para su ejercicio; permaneciendo el Estado, mientras tanto, expuesto a todos los peligros de una invasión exterior y a convulsiones internas.

Ha tratado de impedir que se pueblen estos Estados, dificultando, con ese propósito, las Leyes de Naturalización de Extranjeros; rehusando aprobar otras para fomentar su inmigración y elevando las condiciones para las Nuevas Adquisiciones de Tierras.

Ha entorpecido la administración de justicia al no aprobar las leyes que establecen los poderes judiciales.

Ha hecho que los jueces dependan solamente de su voluntad, para poder desempeñar sus cargos y en cuanto a la cantidad y pago de sus emolumentos.

Ha fundado una gran diversidad de oficinas nuevas, enviando a un enjambre de funcionarios que acosan a nuestro pueblo y menguan su sustento.

En tiempos de paz, ha mantenido entre nosotros ejércitos permanentes, sin el consentimiento de nuestras legislaturas.

Ha influido para que la autoridad militar sea independiente de la civil y superior a ella.

Se ha asociado con otros para someternos a una jurisdicción extraña a nuestra constitución y no reconocida por nuestras leyes; aprobando sus actos de pretendida legislación:

Para acuartelar, entre nosotros, grandes cuerpos de tropas armadas.

Para protegerlos, por medio de un juicio ficticio, del castigo por los asesinatos que pudiesen cometer entre los habitantes de estos Estados.

Para suspender nuestro comercio con todas las partes del mundo.

Para imponernos impuestos sin nuestro consentimiento.

Para privarnos, en muchos casos, de los beneficios de un juicio por jurado.

Para transportarnos más allá de los mares, con el fin de ser juzgados por supuestos agravios.

Para abolir en una provincia vecina el libre sistema de las leyes inglesas, estableciendo en ella un gobierno arbitrario y extendiendo sus límites, con el objeto de dar un ejemplo y disponer de un instrumento adecuado para introducir el mismo gobierno absoluto en estas Colonias.

Para suprimir nuestras Cartas Constitutivas, abolir nuestras leyes más valiosas y alterar en su esencia las formas de nuestros gobiernos.

Para suspender nuestras propias legislaturas y declararse investido con facultades para legislarnos en todos los casos, cualesquiera que éstos sean.

Ha abdicado de su gobierno en estos territorios al declarar que estamos fuera de su protección y al emprender una guerra contra nosotros.

Ha saqueado nuestros mares, asolado nuestras costas, incendiado nuestras ciudades y destruido la vida de nuestro pueblo.

Al presente, está transportando grandes ejércitos de extranjeros mercenarios para completar la obra de muerte, desolación y tiranía, ya iniciada en circunstancias de crueldad y perfidia que apenas si encuentran paralelo en las épocas más bárbaras, y por completo indignas del Jefe de una Nación civilizada.

Ha obligado a nuestros conciudadanos, aprehendidos en alta mar, a que tomen armas contra su país, convirtiéndolos así en los verdugos de sus amigos y hermanos, o a morir bajo sus manos.

Ha provocado insurrecciones intestinas entre nosotros y se ha esforzado por lanzar sobre los habitantes de nuestras fronteras a los inmisericordes indios salvajes, cuya conocida disposición para la guerra se distingue por la destrucción de vidas, sin considerar edades, sexos ni condiciones.

En cada etapa de estas opresiones, hemos pedido justicia en los términos más humildes: a nuestras repetidas peticiones se ha contestado solamente con repetidos agravios. Un Príncipe, cuyo caracter está así señalado con cada uno de los actos que pueden definir a un tirano, no es digno de ser el gobernante de un pueblo libre.

Tampoco hemos dejado de dirigirnos a nuestros hermanos británicos. Los hemos prevenido de tiempo en tiempo de las tentativas de su poder legislativo para englobarnos en una jurisdicción injustificable. Les hemos recordado las circunstancias de nuestra emigración y radicación aquí. Hemos apelado a su innato sentido de justicia y magnanimidad, y los hemos conjurado, por los vínculos de nuestro parentesco, a repudiar esas usurpaciones, las cuales interrumpirían inevitablemente nuestras relaciones y correspondencia. También ellos han sido sordos a la voz de la justicia y de la consanguinidad. Debemos, pues, convenir en la necesidad, que establece nuestra separación y considerarlos, como consideramos a las demás colectividades humanas: enemigos en la guerra, en la paz, amigos.

Por lo tanto, los Representantes de los Estados Unidos de América, convocados en Congreso General, apelando al Juez Supremo del mundo por la rectitud de nuestras intenciones, en nombre y por la autoridad del buen pueblo de estas Colonias, solemnemente hacemos público y declaramos: Que estas Colonias Unidas son, y deben serlo por derecho, Estados Libres e Independientes; que quedan libres de toda lealtad a la Corona Británica, y que toda vinculación política entre ellas y el Estado de la Gran Bretaña queda y debe quedar totalmente disuelta; y que, como Estados Libres o Independientes, tienen pleno poder para hacer la guerra, concertar la paz, concertar alianzas, establecer el comercio y efectuar los actos y providencias a que tienen derecho los Estados independientes.

Y en apoyo de esta Declaración, con absoluta confianza en la protección de la Divina Providencia, empeñamos nuestra vida, nuestra hacienda y nuestro sagrado honor.

Firmantes:

Nueva Hampshire: Josiah Bartlett, William Whipple, Matthew Thornton

Massachusetts: Samuel Adams, John Adams, John Hancock, Robert Treat Paine, Elbridge Gerry

Rhode Island: Stephen Hopkins, William Ellery

Connecticut: Roger Sherman, Samuel Huntington, William Williams, Oliver Wolcott

Nueva York: William Floyd, Philip Livingston, Francis Lewis, Lewis Morris

Nueva Jersey: Richard Stockton, John Witherspoon, Francis Hopkinson, John Hart, Abraham Clark

Pensilvania: Robert Morris, Benjamin Rush, Benjamin Franklin, John Morton, George Clymer, James Smith, George Taylor, James Wilson, George Ross

Delaware: George Read, Caesar Rodney, Thomas McKean

Maryland: Samuel Chase, William Paca, Thomas Stone, Charles Carroll of Carrollton

Virginia: George Wythe, Richard Henry Lee, Thomas Jefferson, Benjamin Harrison,
Thomas Nelson, Jr., Francis Lightfoot Lee, Carter Braxton

Carolina del Norte: William Hooper, Joseph Hewes, John Penn

Carolina del Sur: Edward Rutledge, Thomas Heyward, Jr., Thomas Lynch, Jr., Arthur Middleton

Georgia: Button Gwinnett, Lyman Hall, George Walton

jueves, 3 de julio de 2014

Limosneros:empleo fijo


 José Hugo Fernández
LA HABANA, Cuba. -Nadie los colocó, ellos solos se inventaron el empleo, apremiados por el imperativo de sobrevivir: Vendedores callejeros de cigarros al menudeo o de turnos en las colas, o de jabas en las afueras de los agro-mercados, buquenques, revendedores de periódicos, acopiadores en los basureros de sancocho para alimentar puercos, recogedores de laticas vacías de refresco y cerveza… Sólo en La Habana suman cientos de miles estos limosneros con empleo fijo.
Según los tecnócratas del Ministerio de Trabajo y Seguridad Social (MTSS), el socialismo cubano no sería un hecho consumado mientras uno solo de sus ciudadanos permanezca sin empleo. No en balde se dedicaron durante más de medio siglo a falsear las estadísticas oficiales y a inflar plantillas, hasta que la realidad les pasó por arriba. Pero ni aun así escarmientan.
Cuando se dijo que Cuba había alcanzado la condición de país con pleno empleo, al registrar tasas de 2.3 %, en 2004, y de 1.9 %, en 2005, pululaban ya en las calles estos limosneros con empleo fijo, más otros cientos de miles de desempleados, pero al parecer los tecnócratas del MTSS no se enteraron, consagrados como han vivido siempre al trabajo y a la seguridad social, sin salir de sus elegantes oficinas ubicadas nada menos que en plena Rampa, del Vedado.
No hace mucho, volvieron a la carga al afirmar que el empleo no estatal creció aquí en 9 % sólo en la primera mitad del año pasado, olvidando divulgar el altísimo por ciento de aquellos que, desestimulados por las pérdidas y acosados por los inspectores y la policía, renuncian a sus licencias para engrosar las huestes de la bolsa negra. También obviaron a los limosneros con empleo fijo.
Se trata de gente que vive al margen, invisible para los efectos de las estadísticas oficiales. No sólo son ancianos e impedidos físicos a los que los mendrugos de la seguridad social (si es que les llegan) no les alcanzan ni para el desayuno. Junto a éstos, alinea también un contingente interminable de alcohólicos, parias, retrasados mentales, ex presidiarios a los que nadie da empleo.
Los buquenques (pregoneros que presuntamente atraen al cliente en las piqueras de los taxis “almendrones”), son en mayoría procedentes de las provincias orientales y sin residencia ni algún otro respaldo legal en la ciudad. Los revendedores de periódicos y los que se dedican a vender ropas y objetos viejos, extraídos de los contenedores de basura, son ancianos menesterosos y abandonados. Los acopiadores de sancocho para puercos o de latas de aluminio vacías, constituyen el último eslabón en la cadena de nuestros perdedores.
Investigadores independientes -es decir, mucho más realistas y honestos que los tecnócratas del MTSS, aunque no sean oficiales-, calculan que de los 5,5 millones de personas económicamente activas que hay en la Isla, entre 3 y 4 millones no trabajan formalmente, lo que significa que no disponen de una fuente de sustento segura y fluida, bien porque son parásitos que viven a costa de otras personas (sobre todo de parientes emigrados), o porque se ganan el sustento en forma ilícita. Dentro de este impresionante batallón, nuestros limosneros con empleo fijo tal vez no hagan mayoría, pero sí conforman un renglón especialmente vergonzoso y una calamidad social que se expresa por sí sola.
Y ya que hablamos de situaciones vergonzosas, el sábado 7 de junio el noticiero de la televisión nacional exhibió imágenes de un pobre anciano revendedor de periódicos acorralado por una periodista idiota, que al parecer no se ha enterado de que las calles y los ministerios y las corporaciones y las instancias del poder político en La Habana están repletos de bandidos y de auténticos infractores de la ley, así es que se dedica a gastar recursos económicos y a poner en entredicho su ética pretendiendo matar moscas con escopeta.

Nota sobre el autor:
José Hugo Fernández
José Hugo Fernández es autor, entre otras obras, de las novelas El clan de los suicidas, Los crímenes de Aurika, Las mariposas no aletean los sábados y Parábola de Belén con los Pastores, así como de los libros de cuentos La isla de los mirlos negros y Yo que fui tranvía del deseo, y del libro de crónicas Siluetas contra el muro. Reside en La Habana, donde trabaja como periodista independiente desde el año 1993.

 Los libros de este autor pueden ser adquiridos en las siguientes direcciones: http://www.amazon.com/-/e/B003DYC1R0 y www.plazacontemporaneos.com Su blog en: http://elvagonamarillo.blogspot.com.es/