Translate

martes, 31 de enero de 2012

El papel cada vez más reaccionario del Partido Comunista de Cuba

Por Eugenio Yáñez
Otra actividad de turismo partidista ha tenido lugar en La Habana este fin de semana: la Conferencia Nacional del Partido. Como si no existieran suficientes problemas por resolver para mantener ocupadas no solamente a la gerontocracia, sino también a las alrededor de ochocientas mil personas que conforman la militancia partidista, más de ochocientos delegados se reunieron en la capital, supuestamente en homenaje al 159 aniversario del natalicio de José Martí -con los correspondientes gastos de instalaciones, cobertura “periodística”, propaganda, transportación, alojamiento, consumo alimenticio y demás-, para discutir ¿sobre qué?
En la convocatoria oficial del evento, en el acápite número 1.1 de la Introducción, se señalaba que:

  “La Conferencia Nacional del Partido, por mandato de su 6to. Congreso, tiene la responsabilidad de evaluar con objetividad y sentido crítico el trabajo de la organización, así como determinar con voluntad renovadora las transformaciones necesarias para situarlo a la altura de las circunstancias actuales”.

 Manejando la información con el enfoque burocrático de siempre, y como si se tratara de papas o boniatos, el periódico “Granma”, órgano oficial del Partido Comunista cubano, publicaba el día antes de la conferencia que en las 65,000 reuniones de base previas al cónclave fueron modificados 78 de los 96 puntos originales del documento base, publicado en octubre, y agregados otros cinco, como si esa información dijera algo o sirviera para algo, como si las decisiones trascendentes y estratégicas tuvieran que ver con porcentajes de modificaciones a las propuestas iniciales o cosas por el estilo.

 José Ramón Machado Ventura, Segundo Secretario del PCC y Primer Vicepresidente de los Consejos de Estado y de Ministros, al inaugurar la Conferencia, pidió a los delegados acabar con “esquemas mentales obsoletos”. Nada más paradójico que tener que escuchar al campeón indiscutido de los esquemas mentales obsoletos en el partido cubano llamar a acabar con ellos, cuando él mismo es uno de los que más ha contribuido a crearlos, establecerlos y mantenerlos por décadas.

Sin embargo, “más de lo mismo” pudiera resultar la frase idónea para definir el espíritu del cónclave, porque los esquemas mentales obsoletos presidieron todo el tiempo la Conferencia. Como ocurre siempre, la información oficial se iba haciendo pública poco a poco, después de las correspondientes revisiones, contra-revisiones, ediciones, contra-ediciones, aprobaciones y contra-aprobaciones, por lo que puede ser muy precipitado pretender alcanzar todas las conclusiones detalladas en este mismo momento. Sin embargo, de acuerdo a lo que se ha podido ir conociendo, parece claro que los ilusos, una vez más, se tendrán que quedar esperando para poder ver a un general homosexual al frente de una unidad militar o a gente muy joven formando parte del Buró Político.

Porque lo que sí se destacó durante la Conferencia, por parte de Raúl Castro, fue el aviso de que la represión no se detendrá ni por un instante:

 “Considero necesario denunciar, una vez más, las brutales campañas anticubanas instigadas por el gobierno de Estados Unidos y algunos otros tradicionalmente comprometidos con la subversión contra nuestro país, con el concurso de la gran prensa occidental y la colaboración de sus asalariados dentro de la Isla”.

 Al hacer la clausura de la misma, el primer secretario del partido, Raúl Castro, no dijo nada nuevo y se limitó a repetir la misma cantaleta de medio siglo. Ignoró totalmente las propuestas de muchos revolucionarios cubanos dentro del país sobre la creación de un partido revolucionario cubano, o de otros partidos diferentes al comunista, desacreditando esas propuestas al decir que hacen “el juego de la demagogia y la mercantilización de la política” y achacando ese proyecto exclusivamente, como siempre, al “imperialismo”:
“Renunciar al principio de un solo partido equivaldría, sencillamente, a legalizar al partido o los partidos del imperialismo en suelo patrio y sacrificar el arma estratégica de la unidad de los cubanos, que ha hecho realidad los sueños de independencia y justicia social por los que han luchado tantas generaciones de patriotas, desde Hatuey hasta Céspedes, Martí y Fidel”

Invirtiendo tramposamente causa y efecto, vinculó la insistencia en el partido único con su soporte constitucional, diciendo:
“El concepto de un solo partido, al que jamás renunciaremos, se encuentra en plena correspondencia con el artículo cinco de la Constitución de la República, aprobada en referendo por el 97,7 por ciento de los electores, mediante el voto libre, directo y secreto”.

 Por eso no resulta nada casual que horas antes de comenzar la Conferencia la inmensa mayoría de los cubanos de a pie no mostrara el más mínimo interés en el evento partidista ni esperara nada positivo de sus resultados.
Según la agencia española de prensa en La Habana,

“Más de 30 personas consultadas por Efe en la capital cubana afirmaron no estar informadas ni pendientes del desarrollo de esa reunión, en la que los comunistas cubanos evaluarán asuntos como la modificación de los métodos de trabajo del partido y su política de cuadros.

De los pocos entrevistados que sí dijeron estar al tanto de la Conferencia, las opiniones se dividen entre quienes esperan que el gobernante PCC se “conecte” más con las necesidades de la población, y quienes creen que será una reunión que no resolverá los problemas prácticos del país”.

Incluso, la propaganda oficial, siempre triunfalista y eufemística, tiene que tocar el tema del desinterés general, aunque lo haga con los adornos propagandísticos y el rebuscamiento del lenguaje de siempre:

“Afuera, el país y su capital viven un típico fin de semana, diferenciado solo por las celebraciones martianas del 28 de enero, día entrañable para todos los cubanos.
No hay estridencias, ni galanuras, ni señales en las calles de ningún otro acontecimiento extraordinario. Los reportes de la televisión y la radio y el periódico del domingo apenas podrán apresar el sumo de los análisis que transcurren al interior del recinto. Espoleada por mi oficio y por el privilegio de asistir todo lo que se debate, me pregunto si esa parte de la nación que no está dentro de Convenciones, sabrá que sí lo está dentro de la Conferencia”.

 Todavía no está claro qué se discutió en la Conferencia que no se hubiera discutido ya muchas veces antes, a menos que se considere “claro” el cantinfleo partidista y la aburrida repetición de los mismos conceptos huecos que han inundado el espectro seudo-político cubano durante más de medio siglo. De acuerdo a las declaraciones oficiales, la Conferencia se celebraba “con el propósito esencial de profundizar en el trabajo partidista”, cualquier cosa que eso pueda significar.

 En realidad, es la misma música de fondo que ha acompañado al hundimiento sistemático del Titanic, con cantos a la solidez de su estructura y su capacidad de navegación, a la sabiduría de los capitanes que no logran encontrar el rumbo ni acertar en nada, y a la invencibilidad de los vencidos.

De acuerdo a la esotérica cultura de funcionamiento partidista ideada por Lenin, pero diseñada y establecida en la práctica, y a la cañona, por Stalin, una Conferencia Nacional debería ser algo así como una reunión partidista a medio camino entre un Pleno del Comité Central y un Congreso; pero no pretendamos ahora entrar a detallar las características de cada uno de estos cónclaves.

Baste con señalar que los anales de los reglamentos partidistas recogen que los Plenos deberían celebrarse como mínimo dos veces al año, y los congresos cada cinco años, pero todo eso siempre ha resultado escenográfico y circunstancial, mucho más en Cuba que en cualquier otro lugar, quizás con la excepción de Corea del Norte.

Teniendo en cuenta que el sexto Congreso del Partido se celebró catorce años después del quinto, que durante muchos años no se celebraron Plenos del Partido, que nunca en la historia de ningún país “socialista” la mayoría de los acuerdos importantes de los congresos de un partido comunista se han cumplido, y que el único antecedente de una Conferencia Nacional del Partido en la Cuba posterior a 1959 sería la realizada por el PSP (Partido Socialista Popular) en 1960, sin dudas puede señalarse que la Conferencia Nacional del PCC es un evento inédito, sobre el que casi nadie sabía casi nada sobre el cómo y el por qué, aunque eso no tuviera la más mínima importancia, y cuyos logros y resultados serán menos trascendentes que un cuento de Caperucita Roja.

La información oficial que se brindaba al amanecer del domingo, después del primer día de la conferencia, comenzaba con un texto engañoso, diversionista, y que tiende a confundir, como es habitual en todas las informaciones ofrecidas por un partido comunista en cualquier parte del mundo:

“La Primera Conferencia del Partido, esa reunión que convoca el Comité Central en el período que media entre congresos, “para tratar asuntos importantes de su política”, toma por dos días las salas del Palacio de las Convenciones de La Habana”.

 Engañosa, diversionista, y que pretende confundir, porque la Conferencia no es “esa reunión que convoca el Comité Central en el período que media entre congresos” como si fuera algo natural y cotidiano: es la primera vez, en 53 años de revolución y 47 de existencia del Partido Comunista de Cuba que se convoca un cónclave de este tipo.

 Mientras, algunos medios de prensa y corresponsales extranjeros embelesados con las palabras de Mariela Castro, que consideraban que la citada conferencia discutiría y resolvería sobre serios problemas de la comunidad gay en Cuba, no tienen todavía información sobre los resultados. Lo que esperaban estos personajes quedaba muy claro en palabras de un corresponsal extranjero en La Habana,
la Conferencia busca conseguir un incremento progresivo y sostenido de mujeres, negros, mestizos y jóvenes en los cargos de dirección, y abrir las puertas del gobierno, el PCC y las Fuerzas Armadas a los homosexuales, que fueron perseguidos y marginados tras el triunfo de la revolución…”.

La primera parte del párrafo anterior es algo que se ha venido repitiendo, cuando menos, en las últimas tres décadas, sin que se haya materializado nunca: repetirlo ahora es más de lo mismo, nada nuevo.

La segunda parte, relativa a “abrir las puertas” del gobierno, el partido y las FAR a los homosexuales, sería una ruptura total con una política de más de medio siglo, personalmente establecida por Fidel Castro, y que chocaría fuertemente con la cultura machista del poder revolucionario. Habrá que esperar para ver si las cosas suceden de esta manera, y en caso de que sucedieran, hasta dónde y hasta cuando. No solamente si queda en declaraciones rimbombantes, sino sí, realmente, se materializa en la práctica.

Otros ingenuos en el exterior, cubanos o extranjeros, a veces también conocidos como “expertos sobre temas cubanos”, centraron sus esperanzas en que la conferencia daría paso a un relevo generacional que sustituiría masivamente a la gerontocracia y daría paso a nuevas hornadas de tecnocomunistas de consejos de administración y guayabera, sin nada que ver con la lucha guerrillera ni méritos “históricos”, como si eso en Cuba fuera posible antes de los majestuosos funerales de “quien tu sabes” y quienes le rodean.
 Raúl Castro no dejó ninguna duda sobre este tema al clausurar la Conferencia, señalando que la revolución

“dejaría de existir, sin efectuarse un solo disparo por el enemigo, si su dirección llegara algún día a caer en manos de individuos corruptos y cobardes”.
 Así que, para las laboriosas abejas que esperaban por un pronto relevo en las mieles del poder, fue muy claro:

“La generación que hizo la revolución ha tenido el privilegio histórico [...] de poder conducir la rectificación de los errores cometidos por ella misma (...) No pensamos, a pesar de que ya no somos tan jóvenes, desaprovechar esta última oportunidad”

 Incluso algunos ilusos, cuando comentaban sobre la gerontocracia que había copado el Buró Político del partido durante el Sexto Congreso, se embullaron con las palabras que entonces pronunció Raúl Castro sobre la “vergüenza” del no-relevo, y llegaron a expresar, sin sonrojarse, que sería de esperar una sonada renovación de ese buró político durante la Conferencia.
No se ha hecho público al momento de poner este análisis on-line si hubo alguna designación para ocupar la plaza vacante del buró político surgida por la muerte del general Julio Casas Regueiro, así que todavía no puede decirse si se llevó a cabo algún aporte de “sangre joven” al más alto nivel de dirección de la organización.

Tenemos entonces que llegó y pasó la tan traída y llevada Conferencia, y aunque en los momentos de escribir estas líneas solamente se conocen informaciones de la prensa oficial, como siempre sesgadas, parcializadas, generales y fragmentarias, ya está claro que esos ilusos que sueñan con ver masivamente la sangre joven en los más altos niveles de dirección del partido comunista tendrán que esperar para otra oportunidad (¿tal vez las calendas griegas?) para ver ejecutarse ese relevo.
Algunos habían señalado que con las nuevas nominaciones que se verían en la Conferencia podrían obtenerse pistas para imaginarse quien sería el próximo máximo dirigente de Cuba, que no llevaría el apellido Castro. Parece increíble cuantos errores, despistes y disparates pueden contenerse en un solo pensamiento. Lo más que se logró fue un acuerdo unánime de los delegados para “cooptar”hasta el 20% del Comité Central en su presente mandato de cinco años. Teniendo en cuenta que el Comité Central tiene 115 miembros, el 20% serían 23 renovaciones durante un quinquenio. Dentro de cinco años, ¿donde estarán Raúl Castro, Ramiro Valdés y Machado Ventura, que, de estar vivos todavía, tendrían 85, 84 y 86 años respectivamente?
Lo que más parece haber emocionado a todos, tanto amigos como cripto-castristas y adversarios, fue la declaración de Raúl Castro de que se debería limitar a diez años la permanencia de un “dirigente” en un mismo cargo político o estatal, algo que aunque no estuvo mucho más elaborado y fue solamente mencionado, de inmediato fue tomado por algunos como expresión de una voluntad renovadora del partido, que en realidad no existe -ni puede existir- y como un indicio del “relevo generacional” que está por verse.
La propuesta de limitación de mandatos a dos períodos se aprobó, y Raúl Castro señaló que “Una vez definida y acordada la política por las instancias pertinentes podremos iniciar su aplicación paulatina sin esperar por la reforma constitucionaly de los estatutos del Partido que será necesario acometer. No debe pasar inadvertido el concepto de “iniciar su aplicación paulatina”, con todo lo que eso representa en potenciales demoras e interpretaciones enrevesadas.
Lo de la reforma en la Constitución que será necesario realizar para el límite de mandatos en el nivel de Presidente de los Consejos de Estado y de Ministros y otros cargos estatales y de gobierno, no representa problema alguno: sencillamente, se le ordenará a los diputados que aprueben la modificación constitucional que resulte necesaria y estos la aprobarán por unanimidad, levantando sus brazos y aplaudiendo, en cuanto se someta a votación. En el Partido, simplemente, se impondrá la modificación.
En su perenne e incansable desvelo por buscarle el rostro “humano” al neocastrismo, no se han dado cuenta de que con esos criterios una persona puede estar diez años en un cargo partidista, pasar de ahí a diez años en un cargo estatal, regresar de nuevo a un cargo partidista por otros diez años, y así sucesivamente, y mucho más en los feudos de Raúl Castro.
Muy pocos “cuadros” en Cuba son exclusivamente del partido o del gobierno: Machado Ventura y Esteban Lazo son dos de los más visibles cuadros “partidistas”, que durante muchos años han estado en esas tareas, mientras que el vicepresidente del gobierno Ricardo Cabrisas puede ser un ejemplo del “cuadro” gubernamental que no se conoce como dirigente partidista, pero en líneas generales no hay nada extraño en que los “dirigentes” sean movidos entre el partido y el gobierno de acuerdo a las necesidades o los intereses del poder (incluyendo las fuerzas armadas, sea porque provienen de ellas o porque regresan a las mismas).
Hay que tener en cuenta, además, que la limitación que se propone parece basarse en el principio de la imposibilidad de mantenerse por más de diez años seguidos en el mismo cargo, pero no en mantenerse la vida entera en el mismo relajo, pasando de un cargo para otro.
Y no debemos olvidar que esta propuesta de no más de diez años en el mismo cargo ha surgido en estos momentos, cuando sus autores en plena senectud y al borde de las tumbas, que no pueden aspirar sensatamente a vivir diez años más ni siquiera en un asilo de ancianos, son los mismos personajes que han estado por casi medio siglo en el mismo cargo, o en todos los cargos posibles, pero sin separarse del poder en mayor o menor escala, con independencia de los errores y barbaridades que hayan cometido, como los hermanos Fidel y Raúl Castro, Ramiro Valdés, José Ramón Machado Ventura, Abelardo Colomé Ibarra, Guillermo García, Leopoldo Cintras Frías, José Ramón Balaguer, Antonio Enrique Lussón, José Ramón (el gallego) Fernández, o Ulises Rosales del Toro, entre otros.

Esta medida “sensacional” de limitar los mandatos a dos períodos consecutivos, inclusive los del presidente de los Consejos de Estado y de Ministros, siempre fue la que tuvo más posibilidades de ser aprobada en este cónclave, porque venía del propio Raúl Castro y todo el mundo lo sabía, pero más que todo por un sentido propagandístico y adormecedor. Para la historia de Cuba en el último medio siglo era algo absolutamente novedoso y hasta “revolucionario”. Y se trataba de algo que en cualquier lugar siempre caería bien ante una población completamente hastiada de ver a todos sus “dirigentes” perpetuarse en el poder.
Sin embargo, el hecho de haber aprobado una medida de este tipo no puede tomarse automáticamente como prueba de que el partido cubano se está “renovando” o de que está adoptando políticas novedosas. Esta acción, completamente alejada de un conjunto de decisiones fundamentales que no se tomaron ni se tomarán, no puede pasar de lo puramente cosmético y de galería.
Para quienes tienen muy poca memoria o no desean adentrarse demasiado en temas históricos relativamente contemporáneos, es bueno alertarles que cada vez que en un partido comunista, forzado por las crisis, las circunstancias y, fundamentalmente, por el malestar en la militancia y la población, se ha dicho que la permanencia en los cargos de dirección debería limitarse a diez años (es decir, dos períodos de mandato), eso ha sucedido poco tiempo antes de que ese partido perdiera su “papel rector”, y con ello el poder, o quedara en una posición nacional insignificante e intrascendente, o se disolviera.
Porque, simplemente, en cualquier organización partidista del mundo moderno en que realmente funcione una democracia y sus cargos dirigentes sean electos libremente por la militancia, es extremadamente difícil que alguien pueda mantenerse más de diez años en un mismo cargo, a causa del natural desgaste que provoca el ejercicio del poder -de cualquier poder- y de que la persona en el cargo busca nuevos horizontes para su actividad, tanto dentro del mismo partido como fuera de él.
Pretender que pueda existir un partido comunista donde sus “cuadros” solamente puedan estar en el cargo por dos períodos, y después retirarse a una especie de limbo existencial o sosegada vida privada, alejados del poder, es como pretender que exista una monarquía donde la realeza sea electa en comicios periódicos y competitivos. Pero ni siquiera el tan poco común sentido común logró aplacar a los que se han lanzado ya a proclamar el supuesto límite a un decenio como medida de cordura “socialista”.
De nada valió para calmar los ánimos a los “ojalateros”, tan emocionados con el ojalá que pasen tantas cosas, el aviso de Raúl Castro en el aeropuerto, después de despedir al provocador presidente iraní Mahmud Ahmadinejad tras su visita a Cuba, de que

no hay que hacerse tantas ilusiones con la conferencia ni levantar mucha perspectiva (...). El Congreso es lo definitivo. Ahora es una cuestión interna del partido, de irlo perfeccionando”. 
Es decir, que el capitán del Titanic criollo en estos momentos dijo claramente que nadie debería embullarse con la ilusión de que de la chistera mágica verdeolivo de la Conferencia Nacional del Partido salieran sorpresivos conejos socialistas renovadores o decisiones políticas revolucionarias, puesto que se trata, simple y llanamente, de una actividad interna de la institución más reaccionaria, retrógrada, conservadora y cavernícola que ha existido en Cuba en más de quinientos años.
El general-dictador lo avisó claramente -normalmente acostumbra avisar muchas cosas de este tipo, aunque muchos “expertos” no quieran darse cuenta-, porque él sí sabía perfectamente que la Conferencia era una simple formalidad más.
Que fue prevista de esa manera por la incapacidad de la camarilla dirigente para discutir en un único cónclave -en el sexto congreso del Partido-, la necesidad de “jubilar” definitivamente al Comandante en Jefe, y además imponer el reordenamiento conceptual de la economía nacional y el funcionamiento del país a través de los llamados lineamientos económicos y sociales, en un país al borde del abismo.
Encima de eso, tener que fingir que se discutían y se aprobaban temas organizativos y de funcionamiento de una institución cuya única razón de ser, demostrada durante más de un siglo en todo el mundo, aunque nunca aceptada públicamente por sus beneficiarios, es mantenerse en el poder a toda costa y con cualquier pretexto, era demasiado: “mucho para un solo corazón”, como se decía en Cuba.
La información de la prensa oficial al término del primer día de la reunión, señalando que los participantes se pronunciaron por “fortalecer la unidad nacional en torno al Partido y la Revolución y estrechar el vínculo permanente con las masas”, además de una perfecta demostración de lo que significa el vacío absoluto, no decía nada que tuviera la más mínima importancia.
Una vez más, como siempre, el partido se cocinó en su propia salsa, de espaldas a la sociedad, inmoralmente suponiendo que “el pueblo cubano” realizará exactamente lo que ellos decidan que debe hacerse, en este caso, unirse “en torno al Partido”. Pero aun en el improbable y supuesto caso de que el pueblo cubano pretendiera hacerlo, sería perfectamente válido preguntarse: ¿para qué?
Hay un problema de fondo que en muchas ocasiones a los comentaristas extranjeros y diversos “expertos” les pasa inadvertido: a diferencia de la Europa sovietizada y el Asia comunista, el Partido Comunista cubano no hizo la revolución, sino que, por el contrario, fue la jefatura guerrillera del Movimiento 26 de Julio, triunfante en el complejo proceso revolucionario anti-batistiano, la que creó un partido único a su conveniencia.
Por consiguiente, la revolución cubana no se hizo a imagen y semejanza del Partido Comunista, sino el Partido Comunista se hizo a imagen y semejanza de quienes capitalizaron la revolución cubana.
Y eso, tratándose de Cuba y su revolución, significa que no podía haber sido hecho nada más ni nada menos que como instrumento bajo la férrea voluntad y al servicio del Comandante en Jefe Fidel Castro, sin tener demasiado que ver con la jerarquía y la disciplina dogmática de los partidos comunistas “de nuevo tipo” que se crearon a partir de la experiencia soviética y china en Europa y Asia. 
Esa diferencia ha determinado no solo la definición conceptual, organizacional y operativa del Partido Comunista cubano, sino también lo peculiar de todas sus deficiencias y sus fracasos, mucho más allá de los pecados originales de todo partido comunista en el poder.

Uno de los aspectos más realistas alrededor de este dilema fue destacado por el periódico “Granma”, órgano oficial del partido, quizás hasta sin darse cuenta en toda su extensión de lo que planteaba, en una frase inicial de su información sobre la Conferencia, al señalar la necesidad de:
“acelerar el desarrollo de la sociedad y afianzar los Lineamientos Económicos y Sociales aprobados en el Sexto Congreso a partir del concepto de que no hay ideología sin economía”. [Subrayado nuestro].

Después de casi medio siglo con Fidel Castro como máximo líder y pretendiendo imponer y establecer la ideología y la ingeniería social completamente de espaldas a la economía y las verdaderas disponibilidades materiales, ese señalamiento de que no hay ideología sin economía, una vez más, constituye un marcado rechazo, silencioso pero efectivo e inapelable, al fidelismo descontrolado e incontrolado, a pesar de lo cual, sin embargo, pasa inadvertido para tanto “experto”, que solamente ve la parte de la noticia que dice que a Fidel Castro se le ofreció un prolongado aplauso en ausencia.
Sin dudas, el neocastrismo pretende buscar y encontrar su camino sabiendo que no puede contar para nada con el “legado” del Comandante en Jefe si realmente se trata de tomar decisiones realistas.
Ahora bien, el hecho de que se tomen decisiones realistas basadas en los dogmas y los prejuicios que conforman los fundamentos y las estructuras de todo partido comunista no garantiza ni mucho menos que tales decisiones sean efectivas o puedan dar los resultados que se deberían esperar. 
Un ejemplo de ello es el enfoque del problema de la corrupción -un fenómeno intrínseco de todo régimen totalitario- que desde siempre carcome hasta sus cimientos a la estructura “revolucionaria” del neocastrismo, y que en ocasiones se señala como algo más peligroso para el futuro comunista que la disidencia o la contrarrevolución.
Raúl Castro finalmente lo reconoció públicamente:
“La corrupción es (…) uno de los principales enemigos de la revolución, mucho más perjudicial que el multimillonario programa subversivo e injerencista del gobierno de Estados Unidos y sus aliados, dentro y fuera del país”.

Siempre había sido muy evidente el temor por parte del poder gerontocrático a reconocer la amplitud y profundidad de esta lacra, por lo que el general-dictador, al hacer las conclusiones de la Conferencia, aunque destacó el peligro, como se vio anteriormente, también se encargó de restar importancia al asunto.
Tras avisar que sería “implacable” con el fenómeno de la corrupción, que no habría “contemplaciones” con los funcionarios corruptos, y que divulgaría detalles de los casos que están bajo investigación, quiso transmitir serenidad espiritual a todos quienes ven el papalote neocastrista irse a bolina, al señalar tranquilamente que:

“Afortunadamente, sin el menor ánimo de restarle gravedad a este mal bastante generalizado en el planeta, considero que nuestro país puede ganarle la batalla a la corrupción, primero frenarla y luego liquidarla sin contemplaciones de ningún tipo”.
Antes de comenzar la Conferencia se comentaba por parte de algunos especialistas, académicos, estudiosos del tema y periodistas en cierta prensa extranjera que Raúl Castro estaba interesado en separar la acción y la actividad partidista de la del gobierno, porque estaba convencido de que, a lo largo de su historia, el PCC “se involucró en tareas que no le correspondían”, lo que trajo como resultado un “debilitamiento” de su labor.
La observación de esos estudiosos y seguidores del tema es muy sensata, y tal vez la preocupación del general-dictador pueda ser sincera en reconocer que el partido cada vez resulta menos efectivo, pero con esa línea de razonamiento de que se pretende mejorar la dirección de la organización partidista se estaría buscando, una vez más, la solución correcta al problema equivocado, porque sería fundamental comprender en toda su profundidad y trascendencia que en ningún momento de su historia el Partido Comunista de Cuba “se involucró en tareas que no le correspondían”, sino todo lo contrario.
Ya en el primer congreso del Partido Comunista en 1975, diez años después de la creación de la organización con ese nombre, que sustituyó a las Organizaciones Revolucionarias Integradas (ORI) y al Partido Unido de la Revolución Socialista de Cuba (PURSC), Fidel Castro, fundador, caotizador, máximo jefe y primer secretario de cada una de las mencionadas organizaciones, dijo claramente:

“El Partido lo resume todo. En él se sintetizan los sueños de todos los revolucionarios a lo largo de nuestra historia; en él se concretan las ideas, los principios y la fuerza de la Revolución; en él desaparecen nuestros individualismos y aprendemos a pensar en términos de colectividad; él es nuestro educador, nuestro maestro, nuestro guía y nuestra conciencia vigilante, cuando nosotros mismos no somos capaces de ver nuestros errores, nuestros defectos y nuestras limitaciones; en él nos sumamos todos y entre todos hacemos de cada uno de nosotros un soldado espartano de la más justa de las causas y de todos un gigante invencible”.
Dentro de ese concepto cabe cualquier cosa: gracias a ese peculiar criterio, el partido puede estar “en el centro de todo”, como se proclama continuamente, y por lo tanto, no pueden existir tareas que no le correspondan. Siendo así, entonces el partido nunca se podría involucrar en tareas que no le correspondan, puesto que todas las tareas le corresponderían, ya que ese partido lo resume todo y resulta educador, maestro, guía y conciencia vigilante.
Y, como el partido comunista tiene que seguir pretendiendo, aunque jure lo contrario, controlarlo todo, a toda hora y en todas partes, al final de todos y cada uno de los esfuerzos, por muy serios y responsables que pudieran ser -y eso habría que verlo-, no podrá lograr nada, y cada vez su papel será más retrógrado y reaccionario, a la vez que menos importante y menos trascendente, y cada vez más absurdo, decorativo y escenográfico, porque aunque se empeñe en lo contrario lo más que podrá lograr será, en el mejor de los casos, dirigir mejor que nunca… pero solamente para fracasar igual que siempre.
De manera que, todo lo que se haya podido discutir hasta ahora o se pueda discutir en el futuro, no solamente en esta Conferencia del Partido, sino en cualquier actividad o cónclave del Partido Comunista, aunque fuera de la manera más democrática, transparente y participativa del mundo (lo que sería contra natura, dada la propia característica de un partido comunista), resultará siempre superfluo mientras no se aborde el problema fundamental que enfrenta y que, a la vez, representa en sí mismo cualquier partido comunista en el poder, sea en Cuba, la ex-Unión Soviética, China, Corea del Norte, o cualquier otro país del mundo: el mantenimiento de la existencia o la abolición constitucional del tenebroso artículo que establece la definición del Partido Comunista como “fuerza rectora superior” del Estado y la sociedad.
Mientras tal definición ha existido y estado vigente, ningún país “socialista” ha logrado resolver sus problemas, que cada vez se agravan más. Pero tan pronto como el tal dichoso artículo ha perdido fuerza constitucional, el desmontaje del aparataje totalitario ha sido cuestión de semanas, o cuando más de meses, en todas partes, para bien de la población, la nación y la sociedad de los países en que eso ha ocurrido.
Porque tal artículo constituye una contradictio in adjecto, para decirlo con palabras que utiliza Karl Marx en El Capital y que le gustarían a todos esos marxistas mamporreros, “analíticos”, escandalosos y alborotadores, que nunca se han leído El Capital, ni nada de la obra de Marx, tan abundantes en Cuba y en América Latina, fundamentalmente dentro del partido comunista cubano y la academia, o en los respectivos partidos o movimientos “de izquierda” latinoamericanos. 
Es decir, se trata de una contradicción entre un término y su atributo, un disparate en sí mismo, porque representa un sinsentido y una burla declarar en una ley fundamental, como es la constitución de un país, que la soberanía de una nación radica en su pueblo o en sus trabajadores, para inmediatamente dejar claro que el partido comunista está por encima de ese pueblo, de esos trabajadores, de esa nación, y de esa sociedad, al establecer, como en el caso cubano:
“Artículo 5.- El Partido Comunista de Cuba, martiano y marxista-leninista, vanguardia organizada de la nación cubana, es la fuerza dirigente superior de la sociedad y del Estado, que organiza y orienta los esfuerzos comunes hacia los altos fines de la construcción del socialismo y el avance hacia la sociedad comunista”.
¿Cómo se podría ser, a la vez, martiano y marxista-leninista, cuando se trata de dos filosofías radicalmente opuestas y contradictorias?
¿Quién definió al Partido Comunista de Cuba como vanguardia organizada de la nación cubana, como no fuera ese propio partido, que se abroga ese derecho para autodefinirse de esa manera?
¿A partir de qué principios se define al Partido Comunista como la fuerza dirigente superior de la sociedad y del Estado, si no es a partir de las mismas definiciones que establece ese propio partido de espaldas a esa sociedad y ese Estado?
Que esa auto-concesión de supremacía del partido comunista se produjera a comienzos del siglo XX en la Rusia de los zares, en medio de una cultura eslavo-asiática basada en la autocracia y absolutamente ajena a los valores occidentales de libertad y democracia, y luego fuera transportada a la fuerza a los partidos “hermanos” del llamado socialismo real, es comprensible, por la hegemonía soviética en el “campo socialista”.
Sin embargo, que en pleno siglo XXI esto ocurra en una nación del continente americano, además de una aberración, es un hecho criminal, que niega las conquistas y avances del pensamiento occidental y, a la vez, se burla de todos los antecedentes históricos democráticos, soberanos y constitucionales de la nación cubana. 
Desde ese punto de vista, el Partido Comunista no solamente está jugando un papel de inmovilismo en el país, sino que realmente está actuando todos los días como un elemento absolutamente retrógrado y reaccionario, sin nada que ver con el concepto de “revolucionario” que en algún momento de la historia se le atribuyó -aunque haya sido erróneamente- a los partidos comunistas en el mundo.
Entonces, el verdadero punto de interés a discutir, no solamente entre la militancia, sino entre todos los cubanos, si realmente se desea buscar soluciones reales al drama nacional y a la colosal crisis que enfrenta la sociedad cubana en estos momentos, sería preguntarse si debe existir un partido comunista con prerrogativas por sobre toda la sociedad, el estado, la nación y todos sus habitantes -los que viven en el país y los que han debido o querido irse a vivir a otra parte, pero no dejan de ser parte de la Nación-, porque si esto no se define con mucha claridad y precisión entre todos los cubanos, y no solamente entre la camarilla en el poder y sus cómplices, no se llegará a ningún lugar, y todo continuará siendo más de lo mismo.
Y que no existan dudas de ningún tipo en un aspecto fundamental: un debate de esa naturaleza y de esa trascendencia no se puede realizar a gritos en una plaza pública, levantando los brazos para mostrar acuerdo o desacuerdo, puesto que, en el mundo moderno, civilizado, informatizado y globalizado, como en el que vivimos, se realiza mediante un referéndum popular libre, abierto, sin presiones, donde cada uno de los participantes-votantes puede expresar libremente y sin coacción su punto de vista al respecto, sin temor a represalias si sus criterios no coinciden con los de la mayoría, sin mítines de repudio ni “pueblo enardecido” con impunidad para golpear e insultar a cualquiera que piense de manera diferente.
Un país, una nación, depende del esfuerzo y la voluntad de toda su sociedad, no de una camarilla partidista, ni aunque esta fuera -que no es el caso- un cónclave de iluminados.
Lo demás, cualquier cosa que sea o pueda ser, ni es cierto ni tiene sentido. No es más que una estafa, porque ni es democracia ni verdadera participación popular, en nada.

No es más que totalitarismo tropical.

 Neocastrismo puro y duro, valga la redundancia.

Tomado de:
http://www.cubanalisis.com

Mas de mil cubanos usan protesis de pene.

Un 47 por ciento de los hombres con edades entre 40 y 70 años padecería disfunción eréctil.
Más de mil cubanos han recibido prótesis peneanas en los últimos años, dijo el doctor Ramiro Fragas Valdés, especialista en urología y sexualidad, y uno de los primeros que tuvo a su cargo este tipo de operaciones en la Isla, informó el sitio oficial en internet CubaSí.
Según Fragas Valdés, a las prótesis peneanas llega "un cinco, un diez por ciento, de todos los pacientes con disfunción eréctil severa".
"Es lo último que se hace, constituye un tratamiento de tercera línea. Primero es el control de enfermedades crónicas, el tratamiento con medicamentos y la terapia sexual", dijo el especialista.
Precisó que la mayoría de quienes son remitidos para recibir estas prótesis tiene causas orgánicas, condicionadas por factores de riesgo mal manejados como el hábito de fumar, alcoholismo, sedentarismo, obesidad, mal control de una diabetes, así como hipertensión, cardiopatía isquémica y otras enfermedades.
Las prótesis empleadas en Cuba son las llamadas maleables, y consisten en un material rígido, silicona, con un alambre de plata o de acero en su interior. Según Fraga, son más duraderas y económicas que las conocidas como prótesis hidráulicas.
Los extranjeros las reciben en la Clínica Cira García a un costo aproximado de 5.000 pesos convertibles cubanos.
Fragas dijo que prevalencia de la disfunción eréctil entre los cubanos superaría el 45 por ciento.
"Aunque no hay muchos estudios al respecto, nosotros hicimos uno en un área de salud del municipio Plaza (La Habana), y detectamos que aproximadamente el 47 por ciento de los hombres con edades entre 40 y 70 años tenían disfunción eréctil", señaló el especialista y opinó que la cifra a nivel nacional sería similar.
"Las estadísticas mundiales reflejan que la mitad de los hombres tiene ese padecimiento. También estudios hechos por la Sociedad Latinoamericana de Medicina Sexual Latinoamericana así lo evidencian. Cuba no es una excepción en ese sentido, lo que pasa que a consulta acude solo cerca de un diez por ciento. Muchos hombres callan el problema y no lo dicen por machismo", añadió.
El médico consideró que en el caso de los cubanos las causas de la disfunción son "los factores de riesgo: fuman, consumen alcohol de modo excesivo, no controlan sus enfermedades de riesgo", dijo.

lunes, 30 de enero de 2012

Nadie apuesta por el Chrysler del former senador Barack Hussein Obama

Según el aviso de la subasta, se trata de un Chrysler 300C, modelo 2005, que el presidente de Estados Unidos, entonces senador en la Asamblea legislativa de Illinois, arrendó el 13 de julio de 2004 cuando el vehículo tenía menos de cuatro kilómetros rodados. EFE/Archivo

 

Washington, 30 ene (EFE).- El automóvil Chrysler que usara el entonces senador Barack Obama ha estado en la subasta de internet eBay durante una semana, con un precio de partida de un millón de dólares (761.819 euros), pero hasta hoy no ha recibido ni una sola oferta.
El plazo de la subasta vence el jueves 2 de febrero, a las 04:51 GMT.
Según el aviso, se trata de un Chrysler 300C, modelo 2005, que el presidente de Estados Unidos, entonces senador en la Asamblea legislativa de Illinois, arrendó el 13 de julio de 2004 cuando el vehículo tenía menos de cuatro kilómetros rodados.
"Tenemos el título original que muestra que Obama usó realmente el vehículo", añade el aviso. "El auto anduvo unos 35.775 kilómetros mientras lo tuvo Obama".
Obama ganó posteriormente su elección al Senado de Estados Unidos en noviembre de 2004 y "quizá manejó el automóvil en Washington y en Chicago en 2005 y 2006". En febrero de 2007 inició su campaña para la Presidencia de Estados Unidos que le llevó a ganar en las elecciones de noviembre de 2008.
Según el aviso en eBay, Obama canjeó el Chrysler 300C por un Ford Escape híbrido en el verano de 2007.
Quienes han sacado a subasta el vehículo indican que "el precio de arranque de un millón de dólares no es broma" y recuerdan que algún millonario (no identificado) pagó 8 millones de dólares (seis millones de euros) por un convertible Mercedes Benz que había sido de Adolfo Hitler.
También que alguien pagó casi 2 millones de dólares unos 1,5 millones de euros) por un Peugeot viejo que había sido en 1977 del ahora presidente de Irán, Mahmud Ahmadineyad.
Si es que aparece algún comprador, todo lo que debe hacer es un depósito de 2.000 dólares (1.523 euros) dentro de las 24 horas antes del cierre de la subasta, y el resto del pago completo en los 10 días siguientes.
"El comprador será responsable de recoger y fletar el vehículo", añade el aviso.
Fuente:


sábado, 28 de enero de 2012

Elecciones 2012


Hace apenas unos minutos me llamaron para una encuesta de Opinión y Sondeo sobre las primarias republicanas que se llevaran a cabo el martes, 31 de enero, aquí en La Florida. Contesté todas las preguntas y dejé constancia de que mi voto se lo daré a Newt Gingrich.
Si esa misma encuesta me la hubieran hecho hace una semana, quizás hubiera respondido que mi favorito era Romney. ¿Soy por eso una cambia casaca? No lo creo. Solo que he estado revisando archivos y consultando otras fuentes de opiniones, por eso ya he llegado a la conclusión de que el candidato que se llevará mi voto es Newt Gingrich, experimentado y conservador hasta la médula.
Estamos en elecciones y no son unas elecciones cualesquiera. Este país está en crisis y hace falta que nuestro voto sirva para endorsar al que mejor se perfile como futuro presidente. Presidente que no será un mago, pero tendrá que resolver, entre otros, los serios problemas económicos que nos afectan a todos.
No me gusta publicar en ambos blogs, el mismo día, un mismo post. Hoy haré una excepción y mostraré aquí lo que ya temprano en la tarde publiqué   por allá  con el título:
Ya lo he decidido: Mi voto es para Newt Gingrich
Ya lo he decidido.
¿Por qué Gingrich y no Romney?
Romney incrementó, en más de 5 billones de dólares, los gastos del Estado de Massachusetts durante sus tres últimos años como gobernador de ese estado dejándole a su sucesor un déficit de más de un billón de dólares.(State of Massachusetts Website, ·"Historical Spending, http://budget.mass.gov,4/4/07. )
Romney se negó a endorsar o apoyar el Plan de Bush sobre los recortes de impuestos (The Bush Tax Cuts)("Analyst Puts Increase in Fees, Taxes at $700m"" The Boston Globe, 2/27/06 Mitt Changes Tax-Cut Tune"Boston Herald, 2/8/07)
Durante su mandato como gobernador aumentó la tasa de desempleo en Massachusetts por encima de la media de toda la nación.
Lo siento Romney. Yo había pensado seriamente darte mi voto. Pero las cifras hablan más que todos tus discursos. Este país necesita solucionar los serios problemas económicos que nos afectan a todos, y Tú desgraciadamente, aunque eres un buen capitalista, te gusta gastar tanto como a  Barack Hussein Obama y su gente. Como él, también hablas bonito y prometes mucho, pero en la concreta no resuelves.
Lo siento, Romney.Yo te perdono tu fe y tus costumbres mormonas, tus inclinaciones a apoyar para puestos claves a figuras izquierdistas, te perdono tus guiños demócratas y tus posturas moderadas populistas, pero no confio en ti. No creo que con esos antecedentes que tienes de gastón de los fondos públicos del Estado, cambies el rumbo que lleva el país gracias a Obama.
Me gusta que pienses en los más necesitados, pero no comparto tu tendencia a incrementar los gastos del erario publico, el fondo de los contribuyentes, en planes sociales que no contemplan la superación individual de los desempleados, con el objetivo de lograr  la reincorporación de estos a nuevos empleos con nuevas posibilidades de desarrollo individual. Tú sabes bien que las riquezas y el desarrollo económico de Estados Unidos,  dependen de su fuerza laboral para la producción de bienes materiales dentro del país, tanto para su consumo interno como para la exportación. La economía de mercado capitalista depende de la producción, venta y consumo de esos bienes materiales. Cuando  se rompe un eslabón, se rompe la cadena, se cae la economía.
Tampoco me gustan tus coqueteos para ganar el voto hispano cuando en realidad ni siquiera sabes cuáles son los verdaderos problemas que afectan a toda Latino América. Problemas que inciden en el marcado incremento de inmigrantes legales e ilegales que han entrado en este país en  las últimas décadas.
Lo siento Romney por tu ineficacia en asuntos de economía de estado y doméstica, lo siento por tu cara bonita y tu elegancia carismáticas para atraer a los tontos útiles. Yo, ya lo he decidido, mi voto es para Gingrich, viejo y feo, pero que me ha demostrado ampliamente, a través de su larga carrera política al servicio de este país y de la humanidad, que es muy eficaz en sus gestiones para salvaguardar y defender la historia, los valores, las tradiciones, las costumbres y el espiritu en el que se ha fundado y mantenido esta gran nación. Me convencen sus palabras, sus acciones y sobre todo su legado histórico dejado por los años que fungió como  líder del Congreso.

Esperanza E Serrano.

Para conocer las propuestas de Gingrich relacionadsa con la economía, la creación de fuentes de empleo y  recortes de impuestos, visite,
Newt for Jobs Gingrich's Plan for Restoring America's Economy
( si no sabe inglés puede usar el traductor de Google)

En el natalicio de un hombre sincero



Yo soy un hombre sincero
de donde crece la palma
y antes de morirme quiero
echar mis versos del alma.

Yo vengo de todas partes,
y hacia todas partes voy:
arte soy entre las artes,
y en los montes, monte soy.

Yo sé los nombres extraños
de las yerbas y las flores,
y de mortales engaños,
y de sublimes dolores.

Yo he visto en la noche oscura
llover sobre mi cabeza,
los rayos de lumbre pura
de la divina belleza.

Alas nacer vi en los hombros
de las mujeres hermosas,
y salir de los escombros
volando las mariposas.

He visto vivir a un hombre
con el puñal al costado,
sin decir jamás el nombre
de aquella que lo ha matado.

Rápida, como en un reflejo,
dos veces vi el alma, dos:
cuando murió el pobre viejo,
cuando ella me dijo adiós.

Temble una vez- en la reja,
a la entrada de la viña-
cuando la bárbara abeja
picó en la frente a mi niña.

Gocé una vez, de tal suerte
que gocé  cual nunca:-cuando
la sentencia de mi muerte
leyó el alcaide llorando.

Oigo un suspiro, a través
de la tierra y la mar,
y no es un suspiro,-es
que mi hijo va a despertar.

Si dicen que del joyero
tome la joya mejor,
tomo a un amigo sincero
y pongo a un lado el amor.

Yo he visto al águila herida
volar al azul sereno,
y morir en su guarida
la víbora del veneno.

Yo sé bien que cuando el mundo
cede, lívido, al descanso,
sobre el silencio profundo
murmura el arroyo manso.

Yo he puesto la mano osada,
de horror y júbilo yerta,
sobre la estrella apagada
que cayó frente a mi puerta.

Oculto en mi pecho bravo
la pena que me lo hiere:
el hijo de un pueblo esclavo,
vive por él, calla y muere.

Todo es hermoso y constante,
todo es música y razón,
y todo como el diamante
antes que luz es carbón.

Yo sé que al necio se entierra
con gran lujo y con gran llanto,-
y que no hay fruta en la tierra
como la del camposanto.

Callo, y entiendo y me quito
la pompa del rimador:
cuelgo de un árbol marchito
mi muceta de doctor.
José Martí.

viernes, 27 de enero de 2012

La Habana se cae a pedazos: Otro derrumbe, otro muerto.Las ruinas no aguantan más

Foto: EFE Enrique de la Osa
Custodio no sobrevivió ante cuarenta minutos de espera.
El hombre hacía su ronda en le edificio cuando la parte posterior se le vino encima.
El hombre que falleció en el derrumbe de un edificio de La Habana Vieja en la tarde de este jueves, permaneció vivo atrapado entre los escombros durante casi 40 minutos antes de que los rescatistas llegaran pero fue demasiado tarde: falleció en el lugar del accidente, informó Augusto César San Martín, residente de La Habana.
Se trataba del custodio de la edificación del antiguo teatro Campoamor ubicado en la intersección de San Rafael y la calle Industria en La Habana Vieja. El hombre hacía su ronda cuando la parte posterior se desplomó y quedó atrapado.
Allí vivían tres familias, dos de las cuales fueron trasladadas a albergues.
En estos momentos, según San Martín, en la escena no hay ninguna autoridad ni se han colocado carteles alertando del peligro.
Cuenta que al frente de ese edificio hay otro en muy mal estado, que fue deshabitado hace varios años: “le quitaron las partes de posibles derrumbes, pero todavía está el esqueleto del edificio que también está en peligro de derrumbe, que es un poco más alto que el antiguo teatro Campoamor”.
Agrega que “el problema consiste en que edificios iguales que ese hay muchos en La Habana Vieja y en Centro Habana, o sea, que están nada más la parte de afuera esperando por la restauración o la demolición. Entonces hay familias que entran a esos lugares, más o menos a las zonas más seguras y las cogen para vivir por el déficit habitacional que hay en La  Habana. Sucede esto, hay derrumbe y hay gente, como le dicen: los ilegales”.

Tercer accidente en menos de nueve días.
Fuente: www.diariodecuba.com/
Murió una persona. Es el tercer accidente en menos de nueve días. Se trata del histórico Teatro Campoamor.
Un edificio de cuatro plantas se derrumbó este jueves en La Habana y al menos una persona murió, informaron fuentes independientes.
El lugar, la esquina de San José e Industria, frente al Capitolio, estaba ocupado antiguamente por el Teatro Campoamor.
La edificación se vino abajo al filo de las tres de la tarde. El fallecido, según informó a DIARIO DE CUBA el bloguero y periodista independiente William Cácer, tenía 49 años. Se desconocen otros datos sobre su identidad.
Hace unos cinco años el Campoamor sufrió un primer derrumbe, pero aún vivían algunas familias en su interior.
Este es el tercer derrumbe en el centro de La Habana en menos de nueve días. Esta semana cayó un edificio interior en la calle Neptuno, sin víctimas. El Gobierno no informó sobre este suceso.
El pasado día 18, cuatro personas murieron y cinco resultaron heridas, tras el derrumbe de un edificio en las calles Infanta y Salud.

Un lugar histórico:
Teatro Campoamor


El Teatro Campoamor, que fue propiedad de los empresarios Santos y Artigas, fue inaugurado el 20 de octubre de 1921.
Teatro Campoamor, La Habana. (JUANOPG.BLOGSPOT)
Rita Montaner tuvo allí una de sus primeras presentaciones en 1924. Fernando Ortiz y la Hispanocubana de Cultura organizaron en el lugar las veladas que llevaron al escenario, por primera vez, a los tambores batá (1936).
Entre otros acontecimientos, el poeta español Juan Ramón Jiménez presentó allí, en el Festival de Poesía organizado por la Hispanocubana de Cultura, a jóvenes poetas como José Lezama Lima, Gastón Baquero, Cintio Vitier y Fina García Marruz (1936).
El teatro fue clausurado en 1965. Luego se convirtió en almacén de escenografía, taller de iluminación y parqueo de bicicletas.
Según aparece en el documental alemán Habana: Arte nuevo de hacer ruinas (Raros Media, 2006), de Florian Borchmeyer y Matthias Hentschler, existía al menos un residente allí.
Actualizando este post
El 31 de enero del 2012 ocurrió otro derrumbe:

LA HABANA, Cuba, 31 de enero (Augusto Cesar San Martin, www.cubanet.org ) – Alrededor de las 10 de la mañana de hoy colapsó parte del edificio de apartamentos situado en Zanja 668 e/ Aramburu y Soledad, en Centro Habana. Hasta el momento no se han reportado víctimas.

El inmueble, un gran edificio construido posiblemente en el siglo XIX o principios del XX y subdividido en aproximadamente cien apartamentos, fue declarado inhabitable desde hace ya tiempo, pero al igual que ocurre con muchos edificios habaneros, continua habitado debido a la gran escasez de viviendas que enfrenta el país y en particular La Habana. Lo que colapsó hoy fue una habitación, creando el pánico entre los vecinos, especialmente los de esa ala del edificio, que salieron a la calle, muchos de ellos con sus muebles y pertenencias. Este reportero escuchó a algunos vecinos protestando indignados y diciendo que permanecerían en la calle con sus pertenencias hasta que se las autoridades diesen solución a su situación.

Inmediatamente llegaron al lugar agentes de la policía y del Ministerio del Interior y rodearon el area, mientras observaban la reacción de los damnificados. También se presentaron los bomberos, que realizaron el trabajo de limpieza de escombros y se retiraron. Este reportero fue detenido brevemente por un agente de la Seguridad del Estado, al verlo tomar fotografias del lugar.

Con este son cuatro los derrumbes parciales o totales de edificios habitados ocurridos durante el mes de enero en la ciudad; cifra que resulta sorprendente para esta época del año, sin lluvias ni vientos. El saldo total ha sido de cinco víctimas mortales. En todos los casos los derrumbes se han producido por la falta de mantenimiento de los inmuebles durante décadas, no por accidentes puntuales.

Durante la década de los 60, mediante la llamada Ley de Reforma Urbana, el gobierno comunista expropió todos los edificios de apartamentos a sus legítimos dueños y desde esa época la gran mayoría de estos inmuebles no recibe el mantenimiento requerido, especialmente los más antiguos, que conforman gran parte de las áreas más viejas de la ciudad, como Centro Habana.

jueves, 26 de enero de 2012

"¡Eva grita desesperada!" / "La semilla se niega a ser polvo"

¡Eva grita desesperada!
Noche cerrada a todo  intento;
busca en la oscuridad,
y no hay caminos...

Los alcatraces se comieron todo el pan,
las olas abandonaron las playas,
los barcos chocan con los arrecifes...
La luna se ha quedado dormida.

Eva sin pan, sin luz, sin agua,
sin fuerzas,
grita desesperada.
Eva es un grito tierra adentro,
y Adán no la escucha.

Eva quiere ser costilla otra vez,
su voz desgarrada es una señal,
un letrero lumínico,
cambiando de colores por segundos.

Eva grita, y grita...
Y grita, angustiada,
desconsolada...

Su voz es un  latido agonizante...
Nadie acude ayudarla,
mientras,
¡Caín destruye el Paraíso!

Esperanza E Serrano.
La semilla se niega a ser  polvo...

Siento pena
por esa ausencia abrazada a los muros,
escondida en laberintos oscuros,
caprichosos, impredecibles…

Pena profunda,
 pena que cala mis huesos,
me hiere y me grita el dolor
de la ausencia de valores
y de la solidaridad
quese quiebra a cada instante,
retorciéndose en vano,
aniquilándose
sin extender la mano.

Hoy, tal vez…
_ Quizás otra vez-
esté escribiendo absurdos
con mi silueta marcada
en los espejos desposeídos,
huérfanos de imágenes reales.

Cristal desierto de madrugadas,
de campanarios de luto doblando
en cada esquina del puerto
donde habitan las momias.

Estoy  lejos y a la vez tan cerca
que siento a los curiosos
preguntando quién es esa sombra
atrevida que vaga por mi casa,
registrando mis cuadernos de notas,
consumiendo mis horas,
vistiendo mi ropa sin permiso,
gastando mis zapatos
a cada paso, sin importarle
el sacrificio que me costó comprarlos.

A los curiosos impertinentes,
les aviso que las cortinas
permanecen abiertas,
en espera de ese mar que a veces
se asoma a mi ventana
anunciando la brisa nueva
de lo eterno que habita en cada instante.

A los curiosos les recuerdo
que la luna está de fiesta.
con  nuevos amantes,
que no le escriben versos,
porque duermen en su seno,
atraídos por el aroma del desierto
gravitando en el universo.

Los corderos
viven en el silencio,
callan,
y otra vez, se pierden en la nada,
vagando sin rumbo
sin  hacer realidad
un pedazo de  sueño.
A solas lloro por la flor,
por la semilla hecha polvo...
Polvo que el viento,
sin querer,
 trae a mis manos.

Polvo, semilla y flor,
de ausencia  absorbida
por la complicidad
de las causas pendientes.

Flor insertada en mis sueños
como un anhelo,
como una esperanza,
como la vida misma…
Esperanza E. Serrano

martes, 24 de enero de 2012

Historia de cómo Fidel Castro y su élite moncadista convirtieron a Cuba en una isla de rehenes y esclavos

foto: Archivo de la Biblioteca de Miami. Tomada en 1965, a los cubanos acabados de llegar de Camarioca. International Rescue Committee waiting area at the Cuban Refugee Center, ca. 1965

La isla del nunca jamás
Rehenes y apátridas. De cómo  Fidel Castro ( con  su régimen comunista-totalitarista) acabó con el derecho del pueblo cubano de entrar y salir del país.
Período de 1959-1980
Por: Manuel Zayas
El 9 de enero de 1959, el autoproclamado "gobierno provisional de la Revolución" se sacó de la manga una ley para controlar los movimientos de los ciudadanos cubanos al extranjero, una medida inconstitucional que fue el preámbulo de las que vendrían después y que regularían y eliminarían de tajo el derecho a la libre circulación.
Sancionada hace 53 años bajo el título de "Vigencia de pasaportes", la Ley No. 2 decía: "Es necesario a los propios efectos y principios de la Revolución, evitar que personas comprometidas con el régimen anterior, autores de delitos comunes traten de abandonar el territorio nacional con el fin de evadir la acción de la justicia, dictándose al efecto las medidas oportunas para evitar que así suceda".
A los pocos días, aquella disposición fue enmedada por la Ley No. 18, y obligaba a lo siguiente: "Todo ciudadano cubano poseedor de Pasaporte válido expedido por el Ministerio de Estado, que se proponga trasladarse al extranjero, deberá obtener una autorización al efecto, que le será concedida por el señor Jefe de la Policía Nacional". [El énfasis en esta y otras frases es del autor del artículo.]
Bajo el pretexto de impedir la evasión de criminales del régimen de Fulgencio Batista, toda la población cubana pasó a ser sospechosa de colaboracionismo. Al jefe de la policía se le otorgó una autoridad desconocida hasta entonces, la de autorizar (o no) los viajes al extranjero. (Estaban exentos de esa autorización los portadores de pasaportes diplomáticos emitidos después del 6 de enero de 1959.)
A ojos vista, la medida era contraria a la Constitución de 1940 que, en su Artículo 30, consagraba como un derecho fundamental la libertad de circulación. "Toda persona podrá entrar y permanecer en el territorio nacional, salir de él, trasladarse de un lugar a otro y mudar de residencia, sin necesidad de carta de seguridad, pasaporte u otro requisito semejante, salvo lo que se disponga en las Leyes sobre inmigración y las atribuciones de la autoridad en caso de responsabilidad criminal".
Y continuaba ese artículo constitucional: "A nadie se obligará a mudar de domicilio o residencia sino por mandato de autoridad judicial y en los casos y con los requisitos que la Ley señale. Ningún cubano podrá ser expatriado ni se le prohibirá la entrada en el territorio de la República".
La Ley No. 2 fue aprobada por el Consejo de Ministros, con el presidente Manuel Urrutia a la cabeza. Sin cargo alguno en aquel primer gabinete gubernamental, pero con gran apoyo popular, Fidel Castro ejercía un poder a la sombra de aquellos ministros. Según un decreto de Urrutia, Castro ostentaba el título de Comandante en Jefe de las Fuerzas de Tierra, Mar y Aire.
Las promesas del gobierno provisional de celebrar elecciones y de reinstaurar el orden constitucional —quebrantado con el golpe de Estado de Fulgencio Batista en 1952— cayeron en saco roto. Disuelto el Congreso y el Senado, el Consejo de Ministros quedó como única instancia legislativa: el 7 de febrero de 1959 sancionó la Ley Fundamental, que derogó la anterior Carta Magna, inservible desde los primeros días de enero.
Entre las principales modificaciones: se instaura la pena de muerte con efectos retroactivos para criminales y cómplices del anterior régimen (antes estaba contemplada solo para delitos militares en tiempos de guerra y proscrita para delitos políticos), se aprueba la confiscación de bienes a esas personas y para los autores de "delitos contrarrevolucionarios" y con fines sociales . El habeas corpus, garantía jurídica de libertad del individuo frente a las detenciones arbitrarias, fue suspendido por 90 días.
Pese a todas las modificaciones, el Artículo 30 de la Constitución de 1940 fue mantenido intacto. La Ley Fundamental seguía reconociendo la libertad de circulación como un derecho del pueblo cubano aunque, en la práctica, el ejercicio de ese derecho estaba truncado por la decisión de una maquinaria policial, facultada ahora para autorizar los viajes al exterior.
Los conflictos dentro del propio gobierno llevaron a José Miró Cardona a presentar su dimisión como primer ministro. Desde el 17 de febrero lo sustituiría Fidel Castro. Pocos meses después, las tensiones seguían. Entonces Castro presenta su dimisión, argumentando que el presidente Urrutia demoraba la firma de las nuevas leyes revolucionarias.
Forzado a renunciar por las protestas populares de respaldo a Castro, el 17 de julio Urrutia dejó su puesto como presidente. Su cargo como representante del Estado lo ocuparía Osvaldo Dorticós. Fidel Castro seguiría al frente del gobierno.
Una ley trampa
Los usos que se le dió a la Ley No. 2 excedieron los mismos límites de esa disposición. Se trataba, en efecto, de una ley trampa. Paradójicamente, dos de los antiguos miembros del primer gabinete del gobierno provisional y votantes de aquella ley, también serían víctimas de su aplicación. Solo obtendrían garantías para abandonar el territorio cubano después de solicitar asilo en las embajadas latinoamericanas en La Habana.
Ese fue el caso del ex primer ministro Miró Cardona, quien el 5 de junio de 1960 se refugió en la embajada de Argentina, y también el del ex presidente Urrutia, que en abril de 1961 se asiló en la de Venezuela. Tras la ruptura de relaciones diplomáticas entre Caracas y La Habana, Urrutia fue trasladado a la delegación diplomática de México, donde permaneció hasta 1963 a la espera de un salvoconducto que le permitiera salir del país.
El asilo político quedaba como único garante de la libertad de circulación. Con la nacionalización de la prensa en 1960, José Ignacio Rivero, dueño del conservador Diario de la Marina, debió refugiarse en la embajada de Perú. Temía que el "entierro simbólico" con el que se proclamó la muerte de su periódico se tradujera en una muerte real. La suya, claro está. Por su parte, Miguel Ángel Quevedo, propietario de la revista Bohemia, buscó refugio en la delegación venezolana.
En septiembre de 1960, los consulados cubanos recibieron una orden del Ministerio de Relaciones Exteriores. Se les instaba a contactar con los ciudadanos bajo su jurisdicción para que regresaran a la Isla. Quienes se nieguen, serán catalogados como  "contrarrevolucionarios".
Así le sucedió por aquella fecha al escritor Severo Sarduy, becado en París,  cuando comunica su intención de no regresar. Su hermana Mercedes Sarduy recuerda: "A partir de este momento es considerado un traidor contrarrevolucionario (adjetivos con los que 'acuñaban' a todo aquel que no viviera en Cuba o que no simpatizara con el sistema)".
El escritor viviría su propio limbo jurídico. En 1963, según su hermana, Severo Sarduy "tiene problemas con la renovación de su carta de residencia francesa y posteriormente, con la prórroga de su pasaporte cubano que quedó en un limbo, para siempre, entre las paredes del consulado cubano en Francia. Nunca se lo devolvieron".
Algo similar le ocurrió a la cantante Celia Cruz. Su pasaporte fue cancelado en octubre de 1960 por funcionarios del consulado cubano en México. Dos años después, las autoridades diplomáticas que debían representarla le negarán autorización para que pueda entrar a Cuba. Celia Cruz no podrá viajar a La Habana para asistir a los funerales de su madre.
En la mañana del 5 de agosto de 1961, los periódicos cubanos —ya bajo control del gobierno— anunciaron el cambio obligatorio de billetes, una medida que se había mantenido en el mayor secreto y que se haría efectiva en las siguientes 48 horas (6 y 7 de agosto). Debajo de los grandes titulares de la noticia, se podía leer : "Cerrado el país a la entrada del exterior durante esos dos días" (diario Hoy) y "Prohíben entrar al país durante esos dos días" (diario Revolución).
El Muro de Fidel Castro
En 1961, tras la ruptura de relaciones diplomáticas entre Cuba y EE UU, y unos días antes del fracaso de la invasión de Bahía de Cochinos, el Máximo Líder proclamó el carácter socialista de la revolución. Para entonces, Castro ya tenía militarizado el país entero. Controlaba la administración de la justicia y cada institución civil. Había acabado con los partidos políticos, y nacionalizado la enseñanza, la prensa, la banca y las grandes empresas. Era el administador supremo del terror revolucionario.
El 5 de septiembre de 1961, el dictador amenazó con algo insólito: anunció que se le retiraría la nacionalidad cubana a todos los profesionales de la salud, técnicos y profesores que abandonaran el país. Esa medida draconiana había sido puesta en práctica un año atrás, pero permanecía en secreto.
El éxodo creciente de profesionales significaba una sangría para el nuevo régimen. En su discurso de clausura del Congreso Nacional de Alfabetización, Castro dijo sobre los médicos: "El que en esas [estas] circunstancias abandone hoy a su enfermo, ese, ese es un miserable, a ese no le debemos dar chance nunca más de volver a este país; a esa gente hay que quitarle la ciudadanía, hay que quitarle la ciudadanía (APLAUSOS) porque esa gente algún día va a mendigar aquí, a las puertas de este país que la dejen regresar".
Y continuó: "Cuando esa gente se indigeste de yankismo y cuando esa gente esté cansada de desprecios y de malos tratos, (…) llegará el día en que vengan a tocar aquí todos esos técnicos, a las puertas de este país, ingenieros, arquitectos, médicos, profesores, vendrán a tocar a las puertas de este país, pidiendo que los dejen entrar, y ese es el momento en que nosotros tenemos que ser duros (APLAUSOS), y yo creo sinceramente, nosotros sugerimos, y somos partidarios, de que seamos duros con esa gente".
Graduado en derecho —y sin nada ni nadie que le pusiera freno—, Castro era libre para inventarse conceptos absurdos de nacionalidad. Y de ponerlos en práctica: "Es decir que a esa gente le digamos: 'No, cubano no es el que nació aquí, cubano es el que ama este país, cubano es el que lucha por este país, cubano es el que defiende este país'".
En otro momento de su discurso, el dictador volvió a retratarse : "¿Qué van a hacer?, ¿vivir en la casa que le corresponderá a un obrero?  ¡No! (El público corea:  '¡No!') ¿Disfrutar de las riquezas que han creado y crearán nuestros trabajadores? ¡No! (El público corea: '¡No!') Ellos no tendrán ese derecho, y ese será el castigo duro, el castigo implacable que recibirán por su traición".
Para el 28 de septiembre de 1961, el Máximo Líder se reservará sus instrucciones a la población de cómo actuar con los que se van del país, y llama a "la vigilancia en las casas", labor que deberá desempeñar cada miembro de los Comités de Defensa de la Revolución, diseminados en cada barrio.
Dijo Castro: "Los parásitos que se van a veces traen a un parientico o traen a un amiguito para la casa, y, ¡de eso nada! No señor. Hay que vigilar para cuando ya ustedes los vean vendiendo máquina, muebles, etcétera, y ya se sabe que se van, nosotros tengamos la planilla. Y esa casa —lo advertimos— será para una familia obrera. El que se mude para la casa de un parásito que se vaya, ¡que sepa que después tiene que dejar la casa! (Aplausos), el que se mude para la casa de un parásito, que esas casas son para los obreros".
Las listas negras
Al día siguiente, el 29 de septiembre de 1961, el Ministerio del Interior (MININT) dictó una disposición contraria al Artículo 30 de la Ley Fundamental. Mediante la Resolución No. 454, se implantaba el permiso de salida y los tiempos de estancia que los ciudadanos cubanos podían permanecer en el extranjero, quienes, de no regresar en los términos establecidos, serían considerados emigrantes definitivos y se procedería a confiscar todos sus bienes, sin derecho a indemnización.
Pese a las críticas a esa disposición del MININT, que no era un organismo facultado para ordenar la confiscación de propiedades, el gobierno promulgó un texto más restrictivo, la Ley No. 989 de 5 de diciembre de 1961 (vigente en la actualidad), que reglamenta "las medidas a tomar sobre los muebles o inmuebles, o de cualquier otra clase de valor, etc. a quienes abandonan con imperdonable desdén el territorio nacional".
La nueva norma estableció lo que sería el permiso de salida y el de entrada, y reguló la confiscación de bienes al emigrante definitivo, sin derecho a compensación. Aunque contraria al ordenamiento jurídico, esa ley había levantado un muro infraqueable. Todos los ciudadanos eran rehenes de un sistema totalitario. De golpe, los cubanos en terceros países comenzaron a ostentar una nacionalidad inefectiva, la del apátrida, sin derecho a residencia y tránsito en su propio país.
La huida de batistianos y de miembros de la mediana y alta burguesía, perjudicada por las nacionalizaciones, le había servido al gobierno cubano para politizar el tema migratorio y desprestigiar a la emigración cubana. La Operación Pedro Pan, que sacó del país a unos 14.000 niños, había sido utilizada por los gobiernos de Cuba y EE UU para desacreditarse mutuamente. Pero lo que no estaba dispuesto a seguir permitiendo el gobierno revolucionario era el constante éxodo, ahora de profesionales.
Después de las declaraciones públicas del dictador, el deseo de querer emigrar (o haberlo hecho) comenzó a ser vigilado como razón de Estado. Pedir un permiso de salida contemplaría la muerte civil para el solicitante, cuyo nombre comenzaría a figurar en una lista negra. Todos sus bienes pasaban a ser minuciosamente inventariados y decomisados cuando se autorizaba la salida, que podía ser demorada meses o incluso años.
En su libro Diario para Uchiram (Verbum, Madrid, 2008), la escritora cubana Julia Miranda relata la odisea que significaba querer emigrar y ofrece un retrato del momento en que llegan a inventariar su casa "cuatro de los más repulsivos personajillos creados especialmente para nosotros":
"Los intrusos abrieron sus plumas y sus libros y comenzaron a apuntar, dos de ellos en los cuartos principales, deteniéndose en medio de cada habitación para mirar con ojos devoradores cada objeto, cada detalle. (…) Entré directamente hasta la cocina donde mi madre contaba, ayudada por uno de aquellos hombres, cada platico, cada tacita, cada jarro, cada cuchara. Miré sus canas y pensé que no había derecho a obligarla a realizar aquella labor…"
Y sigue la enumeración:
"Comencé, pues, a contar y dar el número exacto de mis vestidos, faldas, blusas, ajustadores, bloomers, medias, etc. Finalmente, y después de haber terminado con todo lo de la niña, hicimos lo mismo con las sábanas, toallas, fundas, almohadas, zapatos, carteras, collares, relojes, sortijas, en fin, con todos aquellos objetos que no constituyen un mueble o aparato, pues estos ya los habían inventariado desde el principio".
Julia Miranda resume:
"Aquel día sufrimos, de modo casi irreparable, la violación de nuestro hogar y las más desagradables horas de nuestra existencia".
El Estado se consumó como institución soberana del pillaje. En un fragmento documental insertado al inicio de la película Memorias del subdesarrollo, de Tomás Gutiérrez Alea, puede contemplarse cómo los funcionarios de emigración obligaban a los que abandonaban el país a dejar sortijas y relojes… Se suponía que esos pequeños objetos irían, también, al Ministerio de Recuperación de Bienes Malversados.
Crisis migratoria y conflictos con EE UU
A pesar de la ruptura de relaciones diplomáticas, Cuba y EE UU seguían enlazados por vuelos comerciales. En respuesta a las nacionalizaciones de empresas norteamericanas en la Isla y hacia 1962, durante el mandato de John F. Kennedy, el embargo estadounidense contra Cuba llegó a ser casi total. En octubre de 1962, durante la Crisis de los Misiles, el gobierno norteamericano suspendió los vuelos regulares entre las dos naciones.  Ya para entonces, habían salido de la Isla más de 270.000 personas.
Molesto por la cantidad de cubanos que abandonaban el país irregularmente —lo que figuraba (y figura) como un delito penado con varios años de cárcel—, el Máximo Líder acusó a EE UU de promover la emigración ilegal.
En su alocución del 28 de septiembre de 1965, Castro dijo que la emigración ilegal era utilizada para hacer "una incesante propaganda contra la Revolución, para contar cosas terribles, tenebrosas. A ellos no les ha importado que más de uno se haya ahogado. ¡Eso les importa un bledo a los imperialistas, si les sirve para hacer propaganda!".
"Podríamos habilitar (…) el puerto de Camarioca, en Matanzas, que es uno de los puntos más próximos, para que todo el que tenga algún pariente le damos permiso para venir en el barco, sea quien sea, con todas las garantías, avisando con tiempo por correspondencia. Y si no puede, que se dirija entonces, la correspondencia la pueden dirigir al Ministerio del Interior, sí, para que tenga todas las garantías; y si quieren, 48 horas de permanencia en el puertecito, para que una vez allí les avisen a los familiares que los vienen a buscar y se los lleven por un medio seguro", aseguró.
La provocación de una emigración masiva sería la táctica del dictador para forzar a EE UU a la negociación migratoria, estrategia que emplearía también con sobrado éxito durante el éxodo del Mariel (1980) y la Crisis de los Balseros (1994).
El puente marítimo Camarioca-Florida comenzó el 3 de octubre y terminó el 15 de noviembre de 1965, cuando los dos países acordaron poner fin a la emigración ilegal y establecer lo que se conoció como los Vuelos de la Libertad (1965-1973).
En las negociaciones migratorias entre Washington y La Habana salió a relucir una cifra: en Cuba existían más de 70.000 presos políticos. La dictadura se proponía dejarlos libres y permitirles la salida. A cambio, EE UU debía lograr la liberación inmediata de todos los cubanos presos por actividades subversivas en distintas naciones latinoamericanas y asegurar su traslado al país comunista. El gobierno norteamericano declaró que no podía negociar a nombre de otros estados.
A un año del comienzo de los Vuelos de la Libertad, el Congreso de EE UU aprobó el 2 de noviembre de 1966 la Ley Pública 89-732, The Cuban Adjustment Act, también conocida  como Ley de Ajuste Cubano, que permitiría a los refugiados cubanos ajustar el estatus migratorio al de residentes permanentes.
Campos de concentración y Campamentos de Apátridas
Como el Ministerio del Interior tenía noticias de qué cubano era desafecto o un apestado, se implantó el trabajo obligatorio como forma de reeducación. "El trabajo los hará hombres", era el cartel que aparecía a la entrada de las Unidades Militares de Ayuda a la Producción (UMAP), los campos de concentración que el gobierno castrista creó el 19 de noviembre de 1965, a los pocos días de cerrarse el puerto de Camarioca.
En los tres años que duró aquel experimento, por allí pasaron unos 25.000 hombres, básicamente jóvenes en edad militar, entre los cuales había religiosos, homosexuales y hippies, los nuevos apestados del sistema totalitario. "Las alambradas, las torres de vigilancia, y los barracones son análogos a los que popularizaron Lenin, Stalin y Hitler". Son palabras del sacerdote católico Carlos Manuel de Céspedes.
Paralalemente a la creación de las UMAP, se establecieron campos de trabajo forzado en la agricultura, en régimen paramilitar, a los cuales serían enviadas las personas que manifestaban su deseo de emigrar. El trabajo agrícola era condición para otorgar el permiso de salida, y muchos de los que intentaron evadir esos trabajos eran condenados a prisión.
En 1968, en plena Ofensiva Revolucionaria, el gobierno bautizó los campos de trabajo forzado con un nuevo nombre. Los llamó Campamentos de Apátridas y los mantendría en vigor hasta mediados de los 70. Decenas de miles de cubanos pasaron por esa suerte de gulag castrista, básicamente hombres que sobrepasaban la edad del servicio militar obligatorio. A los varones entre 15 y 26 años no se les permitía emigrar. Por lo general, las mujeres sin hijos menores de 7 años eran enviadas a granjas avícolas en un régimen menos severo.
El departamento de orden público de esos campos llevaba un estricto control de cada ciudadano, y vigilaba con especial interés "los casos de homosexualidad".
En Diario para Uchiram, Julia Miranda reproduce íntegramente el Reglamento para Campamentos de Apátridas .
 Cito aquí fragmentos:
"La organización de los albergues será semi-militar. Los elementos se formarán por escuadras, pelotones y compañías. (…) [El jefe de brigada] llevará  (…) una libreta de orden alfabético donde consten los siguientes datos: nombre y apellidos, dirección exacta, oficio, edad, si padece alguna enfermedad, y al reverso le señalará los pases otorgados, y las cortes disciplinarias a las que fue sometido [cada miembro de la brigada]. (…) Los miembros de la brigada (albergue) están obligados a desempeñar las labores a ellos encomendadas, rendimiento al máximo de productividad y calidad".
En repetidas ocasiones, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) dirigió comunicados al gobierno cubano solicitando el cese de las actividades represivas contra los que se planteaban emigrar.
El régimen de La Habana siempre respondió con el silencio, y continuó despidiendo de sus puestos de trabajo a los solicitantes de permisos de salida y enviándolos a desempeñar labores agrícolas obligatorias, con excepción de los médicos, que permanecerían en constantes guardias localizables y sin derecho reconocido al descanso.
Muchos médicos pendientes de su "liberación" vivieron en esa pesadilla durante una década. Personas de otras profesiones, incluidos los funcionarios, también afrontarían serias limitaciones para emigrar.
Los apátridas
La palabra "apátrida" ha quedado como una de las formas de insulto que peor utiza la dictadura cubana para referirse a todos los nacionales identificados como contrarios a la revolución. Según la Convención sobre el Estatuto de los Apátridas de la ONU, ese término designa "a toda persona que no sea considerada como nacional suyo por ningún Estado, conforme a su legislación".
Antes de amenazar con retirar la nacionalidad, el gobierno cubano puso en ejecución —como medida de represión política— la cancelación y retirada de pasaportes a residentes en el extranjero. Si bien esos actos no dan constancia per se de que se haya producido una pérdida legal de nacionalidad, el solo hecho de no poder contar con documentación del país del que un ciudadano es originario, colocaba a la persona en un estado de indefensión jurídica, cercana a la apatridía.
El gobierno cubano nunca ha revelado cifras de a cuántos ciudadanos les retiró efectivamente la nacionalidad, abandonándolos como apátridas. Lo que sí hay constancia es del cuño de "salida definitiva" estampado en los pasaportes de los nuevos apestados. Y también de que existieron Campamentos de Apátridas para ciudadanos cubanos dentro de su propio país.
En los años 70, la CIDH se interesó por la suerte de varias personas con doble nacionalidad por nacimiento, la cubana y la estadounidense, a los que se les impedía salir del país. Después de varios años retenidos, el régimen los obligó a renunciar a la nacionalidad cubana, como requisito para autorizarles la salida.
La CIDH emitió una resolución en la que denunció el asunto como un "caso grave y reiterado de violación de los derechos de justicia y de protección contra la detención arbitraria, consagrados en los Artículos VIII y XXV de la Declaración Americana de los Derechos y Deberes del Hombre".
Con la Constitución Socialista de 1976, el régimen se consagró a sí mismo en el poder, y estableció la discriminación como política de Estado, intentado dar viso legal a todas las arbitrariedades ejercitadas desde los tempranos días de enero del 59. El derecho de cada cubano a entrar y salir libremente de su país, se esfumó, como por arte de magia, también de la nueva Ley de leyes.
Dispuesto a superarse siempre, el gobierno de Fidel Castro quedaba facultado para inaugurar los actos de repudio televisados y la deportación de ciudadanos. Así hizo durante el  éxodo del Mariel. Desde entonces, nunca les han faltado personas indefensas a las que golpear. Ni otras a las que deportar.
Tomado de:
http://www.diariodecuba.com/derechos-humanos/8952-la-isla-del-nunca-jamas
Fotos sobre el éxodo de cubanos en 1965 por Camarioca
http://www.flickr.com/photos/dukeunivlibraries/3768223845/